[Si j’étais roi]. ópera cómica en tres actos de Adolphe Adam (1809-1856) con libreto de d’Ennery y Brasil, compuesta en 1852 y representada por primera vez en el Théátre Lyrique de París en noviembre del mismo año. Su libreto es la transformación de un cuento árabe de Las mil y una noches (v.) [«Kisnet»] y que ha sido a menudo utilizado por los comediógrafos.
Los libretistas han transportado la escena a una Goa de fantasía en 1510. Un pobre pescador, Zeforis, ha salvado de una muerte segura a Nemea, sobrina del rey. Nemea, que apenas ha entrevisto a su salvador, se ha enamorado de él. Pero Kadoor, primo y ministro del rey, se alaba de ser él el salvador, y el Rey decide las bodas entre Kadoor y Nemea. Zeforis, también enamorado de la bella princesa, se desespera: «¡Ah, si yo fuese rey!» [«Ah, si j’étais roi!»]. Y antes de dormirse, sin darse cuenta de lo que hace, escribe estas palabras en la arena. El Rey lo sorprende; lo manda llevar dormido a palacio, vestirlo ricamente, y organiza la burla. Cuando Zeforis se despierta se ha convertido en Bey: primero no lo cree, pero acaba por convencerse’ de que ha sido un don de los dioses, y tanto más cuando ve que así puede acercarse a Nemea, revelarle su amor y la mentira de Kadoor, y fijar sus propias bodas en seguida. Nemea detesta a Kadoor y ama a Zeforis. Al Rey le parece entonces que la burla llega un poco lejos: da a beber a Zeforis un vino con un narcótico, y después lo manda llevar, dormido, a su cabaña de pescador. Al despertar Zeforis se desespera, pero Nemea, cada vez más enamorada, revela al Rey la intriga de Kadoor y obtiene el consentimiento para casarse con el pobre pescador.
Escrita en poco más de dos meses, esta obra obtuvo grandísimo éxito y siguió siendo de repertorio durante casi cincuenta años. Esto es debido no sólo a la vivacidad de algunas arias bien logradas, sino también al argumento desarrollado por el libretista con cierta habilidad, y al hechizo del exotismo, elemento entonces nuevo en la música y que había sido inaugurado por Felicien David con su oda-sinfonía El desierto (v.). Hablar de color local a propósito de Si j’étais roi, sería exagerado : pero el músico obtuvo efectos de ritmo y de color instrumental nuevos y eficaces en el género ligero de la «opéra-comique»; y de ello puede dar una ligera idea la popularísima «Introducción», que resume los mejores momentos de la ópera.
D. De Paoli