Rapto de Elena, Coluto

Poema épico en hexámetros, obra de Coluto, poeta griego, nacido, según testimo­nio de Suidas, en Licópolis, en Egipto, y que vivió en tiempo del emperador Anas­tasio, el cual reinó de 491 a 518. En 394 versos narra la leyenda del rapto de Elena (v.) esposa de Menelao (v.), rey de Micenas, por parte de Paris (v.), hijo de Príamo (v.); su fraseología y su lengua son homéricas; le falta toda novedad de con­cepto, toda profundidad de sentimiento, toda espontánea elegancia de forma. De imitación alejandrina son algunas de sus es­cenas idílicas, como la escena de Paris y de Afrodita (v.) rodeada de los amorcillos. Su lengua y la forma de su hexámetro, téc­nicamente bien construido, muestran clara la influencia de Nono, autor de las Dionisíacas (v.); los caracteres generales del Rapto de Elena son en todo análogos a los de la Toma de Troya del contemporáneo de Coluto, Triflodoro, y ofrecen alguna se­mejanza con la poesía mucho más etérea y original de Museo.

C. Schick

*    En la compilación poética Romuleas (v.) de Blosio Emilio Draconcio (siglo V) figu­ra en octavo lugar el poemita mitológico El rapto de Elena [De raptu Helenae]. Aun­que cristiano, el poeta no vacila en com­poner poesías paganizantes, con temas mi­tológicos, como lo habían hecho los prece­dentes poetas latinos. Su exposición adole­ce del tono declamatorio y académico con que este tema añejo y trillado es tratado una vez más, no sin cierto aliento lírico. Sus modelos poéticos son Homero y Virgi­lio, pero en cuanto a expresión el Rapto de Elena está muy alejado del tono épico. El poeta cristiano violenta su propio sen­timiento religioso, invocando a las musas paganas para que le inspiren a cantar un episodio, el cual, aunque necesario para el desarrollo de la épica grecorromana,» no trataron ni Homero ni Virgilio. Pero a pe­sar de sus ambiciosos deseos de emulación, Draconcio reconoce ser poeta de cortos vue­los y estar aún demasiado apegado a la escuela de su maestro Feliciano para em­prender con éxito amplios temas poéticos.

F. Della Corte

*    Más rica que la literaria es la tradición iconográfica. Además de los numerosos va­sos y bajo relieves clásicos, se recuerdan los cuadros de Rafael, M. A. Raimondi, Guido Reni, el Lorenés, Giulio Romano, etc.