El teólogo y nigromante Fausto invoca a Mefistófeles y estipula con su señor Lucifer un pacto: le vende su alma a cambio de veinticinco años más de vida y de los servicios de Mefistófeles.
Fausto anhela convertirse en el hombre más poderoso del mundo; en Roma libera al Antipapa, provoca la admiración del emperador Carlos V de alemania con sus poderes mágicos y recibe el beso de Helena de Troya. Pero al acercarse la hora de la muerte, tiembla e implora, desearía una dilación: en vano, Fausto muere, descuartizado por los demonios.