[L’île des pingouins]. Narración fantástica de Anatole France (François-Anatole Thibault, 1844-1924), publicada en 1908.
En el libro primero («Los orígenes»), ateniéndose a las antiguas leyendas bretonas, France nos narra la admirable aventura de San Maël, que, transportado milagrosamente a las regiones hiperbóreas, toma un pueblo de pingüinos por hombres, y los bautiza. En la corte celestial, después de una larga discusión teológica, se decide a aceptar el hecho consumado y transformar todos aquellos palmípedos en criaturas humanas. El Santo traslada, luego, milagrosamente la isla de los pingüinos a las cercanías de la antigua Armórica y enseña los primeros rudimentos de la vida civilizada a este nuevo pueblo, pero sin poder evitar la intervención del Demonio. Así nace la nación pingüina, que en realidad simboliza a Francia. En el libro segundo («Los tiempos antiguos») asistimos a los orígenes del feudalismo, a la fantástica historia del Dragón, de la pseudovirgen Orberosa y del héroe Draken, fundador de la dinastía de los Dracónidas (Borbones). Con el libro tercero seguimos los acontecimientos de Pingüinia durante la Edad Media y el Renacimiento; el libro cuarto habla de los tiempos de la Revolución; mientras que los libros quinto, sexto y séptimo nos llevan al centro de la historia contemporánea.
Esta época de la civilización pingüina es examinada especialmente desde el punto de vista de la historia del nuevo régimen liberal y expuesta tomando como punto de apoyo tres episodios: el primero («Chatillon») no es otra cosa que la aventura del general Boulanger; el segundo («El negocio de las ochenta mil balas de heno») narra los clamorosos acontecimientos del asunto Dreyfus (quien está representado con el nombre de Pyrot, mientras que Colomban es Zola, y otros nombres imaginarios indican al ministro Méline, Waldeck-Rousseau, etcétera); el tercero («Madame Cérés») explica las intrigas de las camarillas de políticos, de la alta banca y de los hombres de negocios, los cuales desembocan inesperadamente en una guerra (es decir, en la conflagración europea de 1914, claramente prevista por France). Finalmente, el libro octavo, con el doble título de «Los tiempos futuros, la historia sin fin», expone en cuadros rápidos el último desarrollo de la sociedad capitalista, las revoluciones colectivistas, las guerras, la vuelta a la barbarie y los nuevos períodos de civilización, que repiten los antiguos errores a los cuales la humanidad parece estar perpetuamente condenada.
Inspirándose en toda una serie de obras satírico-utópicas (basta recordar a Swift y al Rabelais de la Isla sonante (v.), recordada incluso por el título), France ha intentado en esta obra nada menos que la sátira de toda la civilización occidental. Su maliciosa erudición, el brío epigramático del estilo, el gusto por las paradojas inteligentes, contribuyen a crear sabrosísimos cuadros de vivo colorido, pero el libro, conducido con excesiva rapidez, revela a menudo un cierto cansancio de inspiración y sólo parece vivir en episodios aislados, en algunas figuras dibujadas con positivo acierto. Es fácil observar cómo el escepticismo sobre la verdadera naturaleza de nuestra civilización y el juicio pesimista sobre el eterno carácter del hombre, que forman la base de toda la filosofía de France, se ponen de relieve en esta obra de una manera exasperada; por otro lado va afirmándose aquella nueva mentalidad revolucionaria que llevará, a no tardar, al viejo maestro a adherirse a la revolución comunista del 1917-1919.
M. Bonfantini