[The Song of Hiawatha]. Poema del americano Henry Wadsworth Longfellow (1802-1882), publicado en 1855. Puede definirse como una especie de Edda (v.) indio, basado en la tradición, difundida entre los indios de América del Norte, de un personaje de nacimiento milagroso — conocido bajo distintos nombres, entre los que el más corriente es el de Hiawatha — enviado para desembarazar bosques y ríos y enseñar las artes de la paz. Con esta antigua tradición el autor mezcla otras curiosas leyendas, que dice haber escuchado de labios del músico indio Nawadaha quien a su vez las aprendió «en los nidos de los pájaros del bosque, en las chozas de los castores, en las huellas de los bisontes, en el nido aéreo del águila». Un día el gran espíritu, Gitchi Manitú, cansado de las luchas entre los hombres, les ordenó que dejasen de guerrear, prometiendo que les enviaría un profeta para guiarles e instruirles. Este es Hiawatha, que, nacido de Wenonah y del viento de Occidente Mudjekeewis, fue educado por su abuela, Nokomis, quien le enseñó a comprender las mil voces de la naturaleza.
Llegado a la edad viril, después de una épica lucha con su padre, Hiawatha se retira al bosque y ayuna largo tiempo para hacerse digno de su misión; allí conoce a Mondamín, el amigo del hombre, que lucha con él, y de cuyo cadáver nace el maíz, alimento de su pueblo. Luego realiza innumerables empresas, construye la primera canoa de corteza de abedul, intenta pescar el enorme esturión, que le engulle junto con su barca, pero del cual consigue salir y matarlo; combate victoriosamente contra Pearl-Feather, el mago más poderoso, que envía entre los hombres la enfermedad y la muerte. Por fin enseña a conservar el recuerdo de los hechos y de las acciones ejecutadas, por medio de los signos. Pero no todo es gloria y victoria en la vida de Hiawatha; mueren sus amigos, el músico Chibiados y el fortísimo Kwasind, muerto por las pequeñas gentes malignas; muere también, en un terrible año de carestía, su esposa tan amada, Minnehada (Agua riente); y entonces el héroe, después de haber recibido amablemente a los primeros hombres blancos llegados a su país, recomendando a los suyos los deberes de la hospitalidad, marcha para un largo viaje hacia las islas bienaventuradas, donde encontrará a sus amigos y a su dulce Minnehada. La forma del poema está imitada del Kalevala (v.) finés y el metro es el dímetro trocaico, con cantinela y monótono, que se adapta al tono de la leyenda. El canto de Hiawatha es sin duda la obra mejor de Longfellow quien, a falta de un verdadero temperamento poético que le permita crear un mundo original, nos da sus mejores obras cuando, como aquí, intenta versos fáciles y fluidos sobre la trama legendaria ya preparada; y no falta cierto pathos en la fidelidad con que evoca la desaparecida civilización india, civilización rica de sol y amor, de la que ha quedado en la cultura americana algo parecido a un nostálgico perfume. Trad. italiana de E. Beccarini Crescenzi (Palermo, 1921).
A. Prospero Marchesini