[Sonetos escritos no exilio]. Versos autobiográficos de don Pedro de Alcántara (1825- 1891), ex emperador del Brasil, publicados en 1892. Después de su deposición y exilio, que el ex soberano pasó en Francia, el autor, en estos sonetos de clásica hechura, mereció justamente la alabanza de Víctor Hugo, que le llamó el Marco Aurelio brasileño. En sus sonetos recuerda su largo reinado de 48 años (1841-1889), de gobierno liberal y democrático, en que el derecho y la justicia fueron efectivamente respetados y en que, gracias a una administración honesta e ilustrada, Brasil conoció un real esplendor y gozó de verdadero prestigio en el mundo, sin excluir el mundo de las letras. La principal característica de este rey fue precisamente el mecenazgo; motivos de su lírica son los antiguos goces perdidos, la colección de amigos fieles, no cortesanos, sino escritores y poetas, historiadores y pensadores, y declara que ésta fue su mayor gloria; haber reinado en paz, por la prosperidad de su pueblo, que liberó de las cadenas de la esclavitud.
Una gran parte de los sonetos los dedica a su esposa, Teresa de Borbón, que falleció antes que él, y que él llora con gran cariño y sinceridad y tierno respeto caballeresco; los demás están dedicados a la patria lejana, doblemente querida y año rada, como rey y como hombre. La mejor composición es la escrita a la muerte de la emperatriz: «Herida por la ingrata y loca / multitud, caíste, y yo me quedo solo / con poca llama sobre tu sepulcro. / ¡Cómo envidio tu sueño profundo…! / Madre de gentes, tu martirio acabó; / hija de reyes, ¡ahora tienes un trono!» Aquí lirismo y sabiduría se funden en la presencia de un dolor dos veces humano. La poesía de este emperador desterrado, además de sus méritos particulares, tiene indudablemente el valor de un documento histórico.
U. Gallo