Son tres: la primera, Op. 6, en «mi mayor», fue compuesta en 1826; la segunda, Op. 105, en «sol menor», en 1821, y la tercera, Op. 106, en «si bemol mayor», en 1827. En estas Sonatas para piano, más bien flojas y desiguales, junto a la influencia de Bach, que obró profundamente sobre Félix Mendelssohn Bartholdy (1809-1847), surgen referencias muy claras a la técnica pianística de Weber. Pero estas influencias actúan como en la superficie del estilo musical de Mendelssohn; son páginas de brillante virtuosismo, rebosantes de notas y de característica escritura weberiana; sobre todo en el tercer tiempo de la primera Sonata op. 6 y en el primero, segundo y cuarto tiempos de la Sonata op. 106. En el primer tiempo del Op. 6 se aprecia todavía una de las poquísimas, si no única, referencias a Beethoven. Es un reflejo muy tímido de cierta armonización beethoveniana, que no tiene continuación alguna en la obra de Meldelssohn. En el último tiempo, en cambio, dos compases recuerdan casi literalmente el motivo heroico llamado de la «libertad», que resuena repetidas veces en el prólogo del Ocaso de los Dioses (v.), de Wagner.
A. Mantelli
Mendelssohn expresa ordinariamente todo lo que se propone decir y nada exige a la penetración de quien lo escucha; su arte preciso y brillante nos da así la impresión de un magistral virtuosismo al servicio de un espíritu de «dilettante». (Dukas)