Diario de Gabriele D’Annunzio (1863-1938), que se remonta a 1908, publicado póstumo en 1939. Fue escrito en una ocasión bastante triste, cuando la mujer amada, imprevistamente loca, fue arrancada de su lado por sus familiares. El poeta consigna, día por día, la historia de la mujer, y sobre todo la de sus propios pensamientos, casi maravillado y halagado de tan exquisito sufrir. Este tono de autocelebración confirma la autenticidad de la obrita, que trataba de ser la simple y desnuda confesión de la angustia humana, la cual se dio ciertamente» el hombre, pero con la acostumbrada falta de medios adecuados para expresarla poéticamente. Obrita marginal y de escasa inspiración, es muy desigual incluso en cuanto al estilo; lo mejor de ella son algunas descripciones de paisajes, a la manera de diario impresionista que más tarde usará en el Nocturno (v.) y que en aquellos años iba cuajando en Las chispas del mallo (v.). Hay que situarse en este ángulo visual para darse cuenta de la importancia que tiene el diario en la evolución de D’Annunzio. Algunas páginas, con sus mismas circunstancias de acción y con las mismas palabras, dieron lugar al episodio de Isabel enloquecida en la novela Quizá sí, quizá no (v.).
E. De Michellis
La expresión es mi único modo de vivir. (D’Annunzio)
Solus ad solam nos muestra un rayo de luz, una insospechada mirilla para conocer el secreto del escritor. (P. Pancrazi)