[Salas y Gómez]. Poema en tercetos, de Adalbert Chamisso (1781- 1838), publicado en el «Almanaque de las Musas de Wendt» en 1829; con él empezó la gran popularidad del poeta, consolidada más tarde con los siguientes libros de poesías. Está inspirado en una vuelta al mundo hecha por Chamisso con una expedición rusa en la nave «Rurik», entre 1815 y 1818. En la primera parte se describe la isla rocosa Sala y Gómez, habitada sólo por los pájaros, en la que la leyenda dice que encontraron la muerte algunos náufragos.
El poeta cuenta que desembarcó en ella con un grupo de marinos y oficiales de la «Rurik» y que halló signos de escritura grabados sobre las piedras, además de algunas cáscaras de huevo; luego, el cuerpo tendido de un hombre viejísimo, desnudo, que a su vista abrió todavía los ojos para morir seguidamente. Junto a él había tres tablas de pizarra cubiertas de apretada escritura, en la que el viejo narraba en lengua española su trágica historia. En las partes siguientes, el poeta deja la palabra al muerto. La primera tabla cuenta que el joven español, encendido de amor por su esposa, quiso realizar en su honor gestas inauditas y colmarla de todos los tesoros de la India; emprende por eso su audaz viaje, pero un naufragio lo arroja, solo, a la isla Sala y Gómez; una vez en ella, se da cuenta horrorizado de su trágico destino; los huevos de los pájaros le proveen de alimento, quitándole incluso la esperanza de morir pronto. La segunda tabla cuenta, con crudeza de detalles y sobre todo con finísimo análisis psicológico, el episodio del avistamiento de una nave, que lo llena de esperanzas, y su subsiguiente alejamiento sin advertir la presencia del náufrago; desesperado, pierde el sentido, pero tres días después el desahogo del llanto lo hace volver en sí, y el hambre lo impulsa de nuevo a buscarse alimento.
La tercera tabla describe el fatal e inexorable pasar del tiempo y el lento extinguirse, sin esperanzas, de todo deseo; el náufrago no anhela ya la salvación ni la vuelta a una patria para él extranjera; sólo quiere morir teniendo sobre él el signo de la cruz austral. La trágica «robinsonada» está narrada con aquel fino arte gálico que constituye el encanto psicológico de la poesía de Chamisso, unido a la riqueza de la lengua alemana y a la espontánea elegancia de la rima.
C. Baseggio – E. Rosenfeld