[Rosamunde, Fürstin von Cypern]. ópera romántica en cuatro actos de Franz Schubert (1797-1828), con texto de Wilhelmine Christine von Chezy, estrenada en Viena en 1823.
La acción, algo sobrecargada de pormenores coreográficos, tiene por protagonista a Rosamunda, la cual, criada en el campo, ignora ser princesa de Chipre. El único que conoce su secreto es el ministro Fulgencio, quien, queriendo apoderarse del trono, medita la muerte de la princesa. Pero ésta es salvada por el joven príncipe de Candía, que se casa con ella y castiga al ministro traidor. La música que Schubert escribió, como comentario a su acción, está formada por once números, que se siguen en el orden siguiente: «Obertura»; «Intermezzo» entre el I y el II actos; «Ballet»; «Intermezzo» entre el II y el III actos; «El plenilunio» (romanza para soprano); «Coro de los espíritus»; «Intermezzo» entre el III y el IV actos; «Melodía de los pastores»; «Coro de los pastores»; «Coro de cazadores»; «Aria de danza». La obertura ejecutada en la primera representación de esta obra fue publicada después por Schubert con el título «Alfonso y Estrella» (op. 52), mientras que la obertura que actualmente lleva el nombre de «Rosamunda» (Op. 26) había sido compuesta por el autor para el drama musical El arpa mágica [Zauberharfe, 1820] y fue publicada por él con su actual título, en 1828.
Esta obertura, que en su sencillez y frescura refleja los mejores caracteres del arte de Schubert, se ha convertido en una de sus obras más populares; otro tanto puede decirse de los «Intermedios» y del «Aria de danza». Mientras que la ópera no obtuvo el menor éxito en los teatros, algunos de estos fragmentos continúan afirmando en los conciertos — en los que son ejecutados en forma de «suite» — su vitalidad sinfónica. En el «Intermezzo» entre el III y el IV actos, el segundo trío había sido compuesto anteriormente, en 1819, como canción con el título «Der Leidende». Un bellísimo lied, compuesto en el estilo típico de Schubert, es la romanza «El plenilunio».
E. M.Dufflocq
Schubert está en la encrucijada de dos escuelas y dos estilos. En la historia de la música ocupa un puesto semejante al de Kleist en la historia de la literatura; ambos siguen el camino que del clasicismo conduce directamente al Romanticismo… Cada obra suya, ya vocal, ya instrumental, está inundada de canto, y es esto, por lo que respecta a la forma, lo que principalmente lo distingue de los compositores clásicos… Por ser un verdadero genio cumplió instintivamente su misión. El historiador no puede por esto desconocer a Schubert teniéndolo por un híbrido entre Clasicismo y Romanticismo, sino que lo considerará como una síntesis conforme con su personalidad y con su posición en el tiempo. (Adler)