Las pocas poesías que se conservan de Giacomino Pugliese, poeta meridional de identificación bastante dudosa y discutida, que vivió probablemente en la primera mitad del siglo XIII, hacen de él una de las expresiones más transparentes y tersas del primer movimiento poético en italiano, conocido por «escuela siciliana».
Aunque por la fuerza de la tradición y del ambiente se noten en él influencias de escuela y, en su léxico, afloren ricas vetas de color provenzal, canta no obstante con tan feliz inventiva de palabras, imágenes y ritmos, que los ecos de la tradición y la escuela quedan asimilados y por decirlo así anulados en un tono y en un lenguaje nuevos, que parecen particularmente frescos y felices cuando se llega a ellos después de leer las innumerables fórmulas estereotipadas de la poesía de escuela. La canción «Muerte, ¿por qué me has hecho una guerra tan grande?» [«Mor- te, perché m’hai fatta si gran guerra?»], que es sin duda alguna la más culta y artificiosa del poeta, toda ella un lamento por la muerte de la muier amada y una invectiva contra la «villana muerte» (motivo usado por otros poetas de su siglo y por Dante), está embellecida por el singular movimiento de los temas. En la canción «Resplandeciente estrella de la alborada» [«Isplendiente-stella d’albore»], en loor de su amada, parece brillar una limpidez matutina aunque en medio de rebuscados adornos.
Pero lo mejor de Giacomino Pugliese son las dos poesías «Mujer, de vos me lamento» [«Donna di voi mi lamento»] y «La dulce cera que llora» [«La dolcie ciera piangente»]. La primera reproduce una amorosa controversia entre el amante y su amada; el amante, a pesar de expresarse en un lenguaje ceremonioso y cortés, se nos muestra como un hombre ardiente e irrazonable; más preocupada por las conveniencias sociales y más natural en el lenguaje es la mujer, que rebate los reproches del amante, pero termina por ofrecérsele con un gesto de una naturalidad audaz y vivacísima. La segunda canción canta un breve adiós del amante a su amada: evocación de lozanas y gozadas bellezas, de abrazos apretados. de palabras susurradas. «Si volentieri la vio / quella cui eo amai, / la bocca ch’eo basciai / ancor l’aspetto e dizio…». «L’aulente bocca e le ipenne / de lo petto le toccao, / fra le mié braza la tenne; / basciando m’adimandao: / Messer se venite a gire, / non facciate addimoranza / ché non é bona usanza / lasciar l’amore e partiré». Esta fragancia de ininterrumpidas alusiones sensuales en un lenguaje poético tan blando y franco, constituye sin duda el mejor mérito de la poesía de Giacomino Pugliese.
D. Mattalía