[La lupa]. Escenas dramáticas en dos actos de Giovanni Verga (1840- 1922), representadas por primera vez en Turín en 1896 y publicadas en Milán el mismo año.
Hacia el final de una cálida y fatigosa jornada, en el colorido marco de los segadores que reposan charlando, cantando y bailando, va de un lado a otro la «gná» Pina — la Loba, como la llaman —, bella y provocativa con la ardiente madurez de su cuerpo felino. La Loba lleva en el corazón a un guapo mozo, Nanni Lasca, pero Nanni no quiere problemas; no posee más que el buen nombre y la buena salud, y quiere emplearlos bien llevando a su casa una muchacha con alguna dote. Y Mara, la hija de la Loba, le convendría para el caso. La Loba, que no halla ya en sí ni enojo por la negativa, ni manera de negarse a la petición, no se opone al matrimonio con su hija, tímida y reacia. Pero después se ofrece a Nanni que, confuso, no tiene fuerzas para resistirse a aquella extraña mujer. El segundo acto comienza con una escena idílica; es Viernes Santo, con aire de fiesta y paz en los corazones.
La madre se ha ido a vivir a otra casa; la hija, junto a su Nanni, convaleciente de grave enfermedad, y junto a su hijito, ve desvanecerse las sombras de los celos que tanto la han atormentado. Pero he aquí que la Loba vuelve a presentarse y el infierno se desencadena. Mara llora, la madre echa en cara sus favores, Nanni pega a derecha y a izquierda y el pueblo grita escandalizado. Finalmente Nanni, exasperado, blande el hacha y se precipita hacia la Loba, que aún lo desafía, diabólica. El drama. está sacado de la novela corta homónima de Verga (v. Vida de los campos), pero la Loba ha perdido algo de su escultórica grandeza de criatura fatal, Mara diluye en excesivas palabras su papel de víctima, y el gesto desesperado de Nanni ya no tiene su carácter de trágica necesidad. Enriqueciéndose en personajes y en color, la novela ha perdido sustancia poética.
E. C. Valla