[The Wornan in White]. Popular novela inglesa de William Wilkie Collins (1824-1889), publicada por entregas en 1860 en la revista «All the Year Round», fundada y dirigida por Charles Dickens. El maestro de dibujo Walter Hartright topa un día por casualidad, en una calle solitaria, con una mujer vestida de blanco que es, por lo visto, una pobre loca; con gran asombro encuentra más tarde un raro parecido entre aquella mujer y una de sus discípulas, Laura Fairlie, de la que se enamora, siendo correspondido. Sin embargo el matrimonio entre los dos jóvenes no es posible: el padre de Laura, en efecto, ha prometido la mano de su hija a sir Percival Glyde. Hartright, desesperado, se marcha; Laura se casa con Glyde, que en el matrimonio con la rica heredera busca tan sólo un medio para salvarse de la ruina; pero ella se niega a firmar la cesión de sus bienes que aquél le exige. Entonces, con la ayuda del conde Fosco (bien dibujado tipo de felón, con todos los requisitos que su papel requería en aquellos tiempos, inclusive el de ser italiano) sir Percival manda encerrar a Laura en un manicomio en sustitución de la «mujer vestida de blanco», que muere en el momento oportuno y es enterrada como lady Glyde.
El mismo sir Percival, en efecto, había mandado desterrar entre los locos a aquella pobre desgraciada porque conocía el secreto de su nacimiento adulterino, que le quitaba todo derecho al título y al patrimonio. Pero sus manejos son descubiertos por Marian Halcombe, hermanastra de Laura, quien consigue hacer escapar a esta última. Hartright, regresando & su patria, carga con la protección de las dos mujeres y consigue descubrir y revelar el secreto de sir Percival; el conde Fosco, a su vez, es obligado a confesar su criminal embuste, de manera que Laura puede recuperar su verdadero nombre y su posición social. Poco después Percival Glyde muere en un incendio, que él mismo provocó sin querer mientras intentaba enmendar los registros eclesiásticos; el conde Fosco muere a manos del agente de una sociedad secreta italiana traicionada por él; y Hartright se casa con Laura.
Con esta novela, publicada veinte años después de Los asesinatos de la calle Morgue (v. Narraciones extraordinarias de E. A. Poe), Collins abrió camino a toda la producción de novelas policíacas que se reveló tan fecunda en los países anglosajones. Notable es también su técnica; la narración es llevada en primera persona: cartas, diarios, relaciones, a través de las que el autor crea la tensión nerviosa necesaria a este género de novela, sin caer nunca en lo truculento, y tratando lo inverosímil con elementos realistas (locura, uso de drogas) de manera que el lector, si no convencido, se queda por lo menos perplejo. A la colaboración con Dickens se debe probablemente el cuidado en el estudio de los caracteres, que salen a la vida desde esas bonachonas páginas ochocentistas, lo que inútilmente se buscaría en las obras de sus predecesores y contemporáneos, tales como Sué y Gaboriau, maestros de la novela por entregas. La figura del conde Fosco, tan bien dibujada, es el primer «felón» digno de este nombre en la literatura policíaca.
L. Krasnik