[Erotopaegnia]. Es una colección de versos, que ha llegado fragmentaria hasta nosotros, compuesta por Levo (seguramente, primera mitad del siglo I a. de C.), primer ejemplo conocido de un cancionero de amor polimétrico en lengua latina.
Aun sin conocer con exactitud los límites de la colección, es probable que Levio, antes que Catulo, que en sus Poesías (v.) incluyó entre las poesías ligeras otras de mayor aliento poético, no desdeñó alternar sus breves juegos poéticos con otras composiciones, de argumento mitológico como «Adonis», «Alcestes», «Los Centauros», «Helena», «Ino», «Fénix», cuyos títulos aparecían a veces en forma extraña, aglutinando dos nombres: «Protesilaodamia» («Los amores de Protesilao y de Laodamia»), «Sirenocirca» («Las seducciones de las Sirenas y de Circe»). El carácter fundamental de la colección consistía en la excesiva polimetría de los poemas; por eso Polímetros llegó a ser el segundo título de la colección.
Era tal el virtuosismo del poeta en el dominio del verso, que terminaba su cancionero con el poema figurado del «Fénix», en el que los versos estaban dispuestos por longitud creciente y decreciente, de modo que a la mirada del lector apareciese formada con ellos la figura del pájaro maravilloso. El alternar motivos tomados de la vida cotidiana de una sociedad cerrada y muy intelectual, con narraciones fabulosomitológicas, no era casual, sino que respondía al título de «Juegos de amor». El poeta se deleitaba con los antiguos amores mitológicos, encubriendo a veces, bajo esta sombra, amores verdaderos y reales de personajes notables de la vida de su tiempo. La alegoría aplicada a la erótica, importación de una artificiosa y morbosa literatura de amor como la helenística, penetró en Roma, donde arrojó sus primeras semillas cuyos frutos maduros nos los dará Virgilio con sus Bucólicas (v.).
F. Della Corte
Ya que no por el espíritu y por el íntimo sentimiento poético, sí, al menos, por el uso de los metros líricos y por el amor a las locuciones movidas y llenas de color, de los «verba nove aut insigniter dicta», es uno de los iniciadores de la nueva poesía. (C. Marchesi)