[Lou Réire- Souléu]. Última de las tres colecciones líricas (v. La Granada entreabierta) del poeta provenzal Théodore Aubanel (1829-1886), publicada en Marsella en 1899; se encuentran reunidas en ella composiciones de todas las épocas de la vida del poeta. Pero, en su conjunto, el volumen contiene bellezas capaces de satisfacer a los más exigentes y a los más delicados. He aquí en primer lugar sus cantos de juventud, o referentes a su juventud: «Los trabajadores», «Buen año», «Mañana» y «Canto sobre el aire de Magali». Siguen luego las poesías inspiradas a Aubanel por el sentimiento que durante largo tiempo profesó por una de sus admiradoras (la condesa du Terrail). Son «Las Campanas de Pascua» («Creía mi corazón cerrado, creía mi alma muerta / Con el invierno triste y glacial / Pero mi juventud y belleza serán cada día más fuertes; / ¡Oh mi corazón, late tan dulcemente!»), «La joven de Eleusis», «A Mignon», «La flor de Viernes Santo», en la que canta a una flor que ella le ha enviado, «… pequeña flor que ata / a ella mi corazón tierno y loco / como no puede estarlo más». Y este ciclo de poemas completa las composiciones, dedicadas a esta misma amiga, ya recogidas en Las muchachas de Avignon [Les filies d’Avignon]. Pero las composiciones más numerosas son aquellas de versos de circunstancia, en que Aubanel canta a la «vido vidanto». Principalmente la alegría de vivir: los epitalamios, «La Rosa de Roumanille», «Canción nupcial», «El Matrimonio de Anais» (Roumieux), «El puente Saint-Bénézet», «Brindis a los esposos»; los días de prueba: «Plegaria por mi mujer encinta», «El día de Difuntos», «A la memoria de Mme. des Essars»; las fiestas de la ciudad: «Cantata a Petrarca», «La gloria de Vaucluse» (1874).
En el desarrollo de los acontecimientos políticos proclama finalmente sus admiraciones y sus desprecios: «El beso de Judas», «A don Víctor Balaguer», «Prometeo» (1870), «El Papa ha muerto»… Además del culto a la amistad, Aubanel rindió culto al amor: la búsqueda ansiosa de la mujer, pasando por todos los matices del sentimiento: «Así el viento del amor, cuando sopla sobre un alma / Enciende en los ojos un fuego extraño y dulce, / Y aunque la enamorada no os diga que os ama, / En el destello de una mirada vosotros os comprendéis; / Y temblando por una felicidad que una nada os roba demasiado pronto, / Besáis como un loco sus manos, sus cabellos, su ropa». La composición «Li Viéi» [«El Viejo»], muy característica, pone en escena, en una especie de alegoría inspirada en el recuerdo de los banquetes del Renacimiento, fastuosos ágapes primaverales, el Banquete de la Vida, donde, espiada por «los pobres viejos que sufren el purgatorio», «la bella juventud ha convidado al Amor». Un vivo sentimiento de la naturaleza transcurre a lo largo de toda esta colección. El sentimiento católico irrumpe poderoso por doquier. Las canciones, los sonetos, de factura parnasiana, son las formas más comúnmente empleadas. Lou Réire-Souléu, que con toda probabilidad no agota absolutamente la producción lírica inédita de Aubanel, constituye, pues, un interesante complemento, indispensable, de las dos colecciones que publicó en vida. El historiador de la literatura encontrará aquí una abundante cantidad de testimonios e indicaciones sobre la ardiente vida de este poeta.