Novela del escritor español publicada en 1875. Es la narración más extensa del autor y representa su última manera, que bajo el impulso de un retorno a la fe, se convierte en una reacción contra el naturalismo de sus mejores cuentos.
Un joven aristócrata, Fabián Conde, tras una vida de vicios y disipación, gracias al amor noble y devoto de Gabriela, se arrepiente de su pasado y decide abrazar una existencia ordenada y pura. Pero Gregoria, la esposa de su mejor amigo, al verse despreciada por el libertino ansioso de redención, le sitúa en una posición moral peligrosa con una serie de calumnias, e incluso logra armar contra él la mano de Diego, marido de Gabriela y amigo predilecto de Fabián. El joven siente que va a perderlo todo: el honor, la felicidad y la vida; pero el amor ha hecho nacer en él la fe, y esta fe le da fuerzas para salvarse gracias a dolorosos sacrificios, que él lleva a cabo sostenido y guiado por un padre jesuita, Manrique.
La novela se desenvuelve en una atmósfera densamente religiosa y espiritual, y el tema se apoya en el más delicado problema de la espiritualidad católica: el del mal y de la redención. El mal no es tan sólo una sombra, sino una realidad corpórea, una especie de lastre que arrastra al pecador hacia el abismo: y la misma gracia divina no consigue anular los efectos del mal cuando el pecador no la secunda con su ardiente sacrificio. Un libro que ponía sobre el tapete problemas de esta índole, en la España de fines del pasado siglo, azotada por el racionalismo, por fuerza había de encontrar acerbas críticas; se hicieron al escritor los más variados reproches, desde llamarlo artificioso hasta acusarlo de reaccionario. Pero ninguno de los detractores ha caído en la cuenta de que negando la tesis no se ponía- en discusión el mérito de la novela. Pero El escándalo no es ni una tesis ni una novela de tesis: es una novela de superior categoría artística, porque Alarcón consigue dar cuerpo a los problemas que presenta y diluir la tesis, hasta anularla casi, en episodios magistralmente construidos.
A. R. Ferrarin
Alarcón era un novelista nato; sabía captar, encantar, crear caracteres, mover afectos y pasiones, dar bella forma al pensamiento y enlazar con admirable destreza los capítulos. (Pardo Bazán)
El escándalo es romántico en casi todos los motivos, pero realista por el proceso psicológico de los personajes, por la situación en la época actual, por determinados ambientes e incluso por el tono de las conversaciones y de las teorías que están más con el positivismo que con el idealismo y, sobre todo, por el arreglo final, análogo al de Pepita Jiménez o al de la mayoría de las novelas de Pereda. (A. Valbuena Prat)