Es una de las novelas más conocidas (1857) del sevillano Manuel Fernández y González (1821-1888) entre las trescientas o más que escribió distribuidas en unos quinientos volúmenes, pero no se sale del acostumbrado tipo de serie. Resumirla no es posible debido a la complicación del argumento, lleno de confusas situaciones e intrigas desconcertantes e imprevistos saltos y cambios de posición. Diremos tan sólo que el rey a que alude el título es Felipe III, y que sus figuras más importantes son la reina Margarita, el duque de Lerma, una duquesa de Gandía y el más interesante de todos, Quevedo. Con sus lentes verdes y su andar patizambo le vemos trotar por Madrid tejiendo intrigas políticas, buscando amores y desenvainando la espada. Otros personajes principales — y éstos no históricos — son Juan Montino, el protagonista, hijo natural del Duque de Osuna (del cual Quevedo fue en la realidad secretario), Clara Soldevilla, dama de la reina que con Juan forma la pareja amorosa fundamental, el bufón de corte, la actriz Dorotea y el cocinero del rey, tío putativo de Juan, a los cuales sigue una retahila de figuras secundarias. El alma del libro es la intriga política y la conspiración, con el acostumbrado acompañamiento de estocadas, y golpes de teatro, fugas, envenenamientos, pasadizos secretos, etc. Todos los personajes se mueven en este ambiente, pero los caracteres no tienen mucho relieve, y a veces con sus mutaciones bruscas resultan incluso contradictorios. Lo que se busca es sorprender y desorientar al lector, y no dudamos que en aquella época el autor lo consiguiese plenamente.
F. Carlesi