[Partage de midi]. Drama en tres actos y un epílogo de Paul Claudel (1868-1955), publicado en París en 1906.
En una nave que zarpa de Marsella se encuentran una mujer de maravillosa belleza, Ysé; su marido, De Ciz, indeciso y soñador; Amalric, sutil y libertino, y Mesa, tenaz en sus propósitos y hombre de acción. Vuelven a Oriente para arreglar sus asuntos. Amalric, que años antes ya había conocido a Ysé, no se da cuenta de que con sus habladurías despierta en Mesa una verdadera pasión por la mujer. Ésta, cansada del amor de su marido fatuo y débil, se siente irresistiblemente atraída por Mesa y su innegable fuerza (Acto I). En Hong-Kong, mientras Amalric ha vuelto a sus plantaciones y Mesa piensa extender un ferrocarril de su propiedad, Ysé no querría que su marido saliese para una arriesgada expedición de negocios: ésta advierte que se encuentra sin defensa, cansada. Pero pronto, abandonándose a su pasión, se convierte en la amante de Mesa y valora toda la fuerza de su carácter voluntarioso. Éste es, realmente, uno de los europeos más poderosos de la región (Acto II). Después de algún tiempo, en ausencia de Mesa, del cual ha tenido un hijo, Ysé, cuyo marido ha muerto, se da a Amalric e intenta olvidar el pasado. Pero la situación se pone grave para los europeos residentes en China. La revolución ha estallado en toda la región. Por la noche, en una casita de un puerto del mediodía, Ysé y Amalric están hablando de sus vidas mientras esperan la muerte, volando la casa con dinamita antes que caer vivos en manos del pueblo.
Mientras Amalric sale para inspeccionar el artefacto e Ysé está vistiéndose ante un espejo, Mesa entra inesperadamente. En vano suplica a la mujer que vuelva a su lado: ésta escucha, cruel e impasible, sus palabras apasionadas, su desesperación de amante traicionado. Pero en aquel momento llega Amalric, encuentra a su rival y riñendo le hiere mortalmente. Habiendo encontrado ‘en sus bolsillos un salvoconducto chino que puede salvarles, Ysé y Amalric sienten renacer sus deseos de vivir, a pesar de que ya se habían preparado para la muerte. La mujer, en una habitación cercana, ahoga al hijo de Mesa y huye con Amalric dejando la casa, que pronto volará con la explosión del artefacto. Como epílogo en la oscuridad v de la noche se oye un cántico de Mesa, que extiende su dolor a todo lo creado: él soñaba el amor como una entrega total de sí mismo, como comprensión de otra criatura y ahora, fuera del mundo, puede contemplar su pasión que es verdad y certeza. En su éxtasis lirico ve presentarse ante él a Ysé, con la cabellera suelta a la luz de la luna; fuera del tiempo su alma apasionada podrá fundirse en su realidad más plena. El drama, simbólico en la pugna entre el amor de la mujer disputada y la pasión del «hombre fuerte», tiene escenas muy notables debido a situaciones e imágenes poéticas, pero en conjunto, la mezcolanza de amor profano y de aspiración hacia lo eterno, característica de las primeras obras de Claudel, en este caso deja mayormente perplejos y encuentra detractores no tan sólo por razones morales.
C. Cordié