[Cantos del convento de Benediktbeuren en Baviera]. Es el título colectivo de un manuscrito que se remonta a la primera mitad del siglo XIII, el cual contiene una colección de cerca de doscientas cincuenta composiciones latinas de los goliardos y cincuenta poesías alemanas o más bien latino alemanas (lengua mixta de palabras alemanas y latinas, como: «Stetit puella bi einem boume, scripsit amorem an eime loube»). Grande es la variedad de las poesías que transcribe, que van desde la declaración de fe del goliardo Archipoeta a los cantos de los «Minnesinger» alemanes. En cuanto al contenido, comprende cantos amorosos, innumerables loas al vino y al juego, vivas y frescas descripciones de la naturaleza y, especialmente, los llamados «kontrafakturen», o sea, disfraces de himnos y motivos religiosos en cantos profanos, que suenan como parodias de los evangelios, de las fórmulas de confesión y de las letanías. En cuanto al resto, abunda con frecuencia, entre los temas de los Carmina burana, la sátira contra los abusos y los vicios del clero, como simonía, corrupción, avaricia, etc. La colección comprende, además, dramas litúrgicos, esto es, los misterios de la Pasión y del Nacimiento con sus cantos (por ejemplo, el canto de María Magdalena en el Ludus scenicus de nativitate Domini). Los Carmina burana tienen de común con la poesía caballeresca de la Edad Media la estructura rítmica (pero no métrica) y algunos motivos, como las cruzadas, el amor y la naturaleza. Aquí, sin embargo, el amor se dirige, no a las mujeres casadas, como en la poesía caballeresca de los «Minnesinger», sino a las doncellas. La atmósfera de este conjunto poético deja adivinar el conocimiento de Ovidio, Horacio, Catulo y Marcial y lleva la huella del clasicismo pagano. La mayor parte de los Carmina burana debió de haber nacido en alemania, y algunas composiciones provienen tal vez de Francia y de Inglaterra, no de Italia, donde esta poesía goliárdica fue generalmente extraña.
M. Pensa