[Chansons de toile]. Son quince composiciones anónimas francesas del siglo XII, líricas por la forma, épicas por el contenido; son, pues, el documento más antiguo de poesía lírica francesa. En el breve espacio de pocos versos se narra un suceso, una historia de amor. Representan genéricamente a una muchacha (bele Erembors, bele Aiglentine, bele Doette, bele Yolanz, etc.) ocupada en coser o trenzar hilos de oro y multicolores, encerrada en su habitación o en una torre, raramente al aire libre. El nombre de «canciones de tela» no es debido, sin embargo, al hecho de que todas las heroínas cosan o hilen, sino más bien al hecho de que dichas canciones eran cantadas en las habitaciones de las mujeres mientras se ocupaban en sus labores. Y como narran breves historias de amor, fueron llamadas desde los tiempos antiguos «chansons d’histoire». En tres de ellas aparece, en lugar de una doncella, una malcasada, que se lamenta del marido viejo o villano y desea un amigo, o se consuela, si ya lo tiene, con él. Por otra parte las doncellas, todas hermosas como conviene a las heroínas de las fábulas, son víctimas totales del amor por un caballero o un amigo, joven valiente, quizás lejano, que provoca sus suspiros. Alguna vez hay una mala inteligencia entre ellas, pero luego todo se arregla y si las malcasadas se consuelan de sus sufrimientos de mujeres con sus amantes, las doncellas se casan o se unen con el amigo. Una sola, después de haber esperado largo tiempo al amado que se ha ido lejos, se entera por un escudero de su muerte, y, desesperada, entra en un monasterio fundado por ella misma. El mundo de estas breves composiciones es caballeresco: las heroínas son hijas de emperadores o reyes. Las doncellas, aunque despreocupadas, están llenas de fascinación: un impulso sincero e instintivo las lanza en brazos de sus amigos y hace pecar a algunas. En los diálogos y descripciones hay una exquisita delicadeza: la actitud de las doncellas es siempre más que humilde, extremadamente dulce y mansa y aunque sientan el peso de su desgracia, casi nunca salen de los límites de una compostura señorial. Las Canciones de tela, como todas las composiciones poéticas antiguas, iban acompañadas de música, pero sólo se conserva la notación musical de cuatro de ellas.
C. Cremonesi