[Old Pictures in Florence]. Poesía de Robert Browning (1812-1889), publicada en Líricas dramáticas (v.). Llena del entusiasmo del Browning estudioso de los pintores y artistas italianos, es una exaltación fantástica en la cual el poeta opone la pintura florentina a los logros, impecables pero más frías, de la escultura griega. Según Browning el arte griego, que se proponía módulos ideales, enseñaba a los hombres a inclinarse; mientras que el arte italiano posee una humanidad más cálida, aunque pueda parecer que sus resultados son menos perfectos, porque los artistas quisieron «hacer que nuevas esperanzas aparezcan a través de los cuerpos que consumen, y que nuevos temores den mayor grandeza a los trozos y fragmentos. ¡Llevar a plena acción lo invisible! Dejar que lo visible se vaya al diablo; ¿qué importa eso?» El poeta escoge entre los pintores preferidos, no sin afirmaciones arbitrarias, con la afición a los desacostumbrados que le distingue. Termina con la profecía de un nuevo arte para la nueva Italia, cuando haya obtenido la libertad, en el medio siglo que seguiría al Risorgimento. Vuelve a aparecer aquí la convicción de Browning de que, en el arte, vale más aspirar a las mayores alturas que el logro de sueños más fáciles: lo cual encuentra su más bella expresión en Andrea del Sarto (v.)
A. Camerino