[En marge des vieux livres]. Colección de treinta y siete cuentos de Jules Lemaitre (1853-1914), publicados en 1905. Inspirándose en las páginas más conocidas de la literatura antigua, el autor quiere «soñar en el pasado» y hacer revivir los personajes de los poemas latinos, griegos, indios, de los cantares de gesta, de las leyendas, del Evangelio y de obras clásicas. Las criaturas del mito son transferidas a una realidad irónica y divertida que las despoja de su aureola poético-heroica: Andrómaca (v.) se convierte en la buena señora burguesa envidiosa de la elegancia de Helena (v.) («La inocente diplomacia de Helena»), y Griselda (v.), del Decamerón (v.), aparece transformada en coquetuela y vivaracha dama de salón («El cortejo de Griselda»). En otros cuentos, mejores, la elegante agudeza se atenúa en un tono voluntariamente ingenuo, casi de leyenda: la Virgen conversa con los angelitos que la ayudan en su tarea y les reprende («La Virgen de los ángeles»); los protagonistas de los cuentos de Perrault, Caperucita Roja (v.), Pulgarcito (v.), el Ogro, acuden de visita al establo de Belén y son bendecidos y premiados por el Niño Jesús («Las ideas de Liette»).
La figura del Redentor con su apacible humanidad vuelve al lado de los apóstoles, de Marta, de María («Un crítico», «Un idealista», «La buena ladrona»). Las once mil vírgenes sacrificadas por los bárbaros junto con Santa Úrsula, que alfombran el prado con un «ramo de rosas blancas», aquí y allí salpicadas de sangre («La undecimomilésima virgen»); Vivián, el puro caballero de Cristo, que ha jurado no retroceder jamás frente al pagano y es salvado por milagro divino («El voto de Vivián»); Santa Marta que lleva entre la muchedumbre admirada al dragón amansado («Santa Marta»), renuevan en el espíritu del lector las delicadas imágenes de Memling. El autor — como declara en su prefacio — se nos muestra aquí «no como historiador presuntuoso» sino como vivo narrador. Es la obra más representativa dé aquel literato finísimo; el juego delicado de un espíritu elegante y exquisito, de un humanista sensible y desengañado.
N. Inghilleri di Villadauro