Prefacio Del «Cromwell», Víctor Hugo

[Préface du «Cromwell»]. Célebre escrito polémico- crítico de Víctor Hugo (1802-1885), antepues­to a la publicación de su drama histórico Cromwell (v.) en 1827. Fue y sigue siendo considerado como el verdadero manifiesto del Romanticismo francés, especialmente por lo que se refiere a la evolución del teatro.

En realidad, las ideas y teorías que Hugo expone en estas páginas no tenían siquiera el mérito de la novedad. Ya desde los primeros años del siglo, Madame de Stáel, con su Literatura (v.), y August Wilhelm Schlegel con la Comparación entre la «Fedra» de Racine y la de Eurípides (v.) (1807), habían llevado la cuestión del teatro a un primer plano en el cuadro de la revo­lución literaria y de la batalla contra el Clasicismo, y más tarde había habido varias manifestaciones teóricas, hasta el opúsculo capital de Stendhal, Racine y Shakespeare (v.), de 1823 y 1825; por no hablar de las tentativas de realización práctica, en un plan popular o literario, desde «Barricades» (v. La Liga) de Vitet y las Soirées de Neuilly (1827) de Dittemer y Cavé, al Teatro de Clara Gazul (v.) de Mérimée. Sin embargo, faltaba un escrito que pusiera en directa relación todas estas premisas teóricas con las exigencias y los verdaderos derechos de la Poesía, que las reuniera en un único discurso completo y elocuente.

Esto hizo Hugo con su Prefacio, el cual consagró los puntos capitales del programa román­tico. El nuevo teatro ya no puede seguir apretado en los artificiosos límites de las «unidades» clásicas, y debe ofrecer un cuadro amplio como la misma vida que lo inspira; además, debe mostrar que ha su­perado las antiguas distinciones de género; será, por lo tanto, lírico, épico y moral, y especialmente histórico. Es absurda la rigu­rosa distinción entre Tragedia y Comedia, al igual que entre «estilo noble», «estilo familiar», etc.; del choque entre lo trágico y lo cómico saldrá un sentido dramático de la vida, mucho más profundo… y aquí Hugo explicaba, con una serie de ecuaciones lógicas tan elocuentes como artificiosas, su original teoría de lo «grotesco», destinada a una larga fortuna.

Pero la parte más significativa del Prefacio es aquella en que afirma que, por no caer en lo prosaico o en lo melodramático, aunque profundamente realista, el nuevo teatro tendrá que conser­var una «convención» que represente como una garantía del predominio de la fantasía poética: tendrá que escribirse en verso. Y esta distinción, aunque teóricamente ar­bitraria y dictada por su gusto personal, seguirá siendo la afirmación más válida de todo su escrito, ya que durante todo el siglo, y no solamente en Francia, «teatro romántico» se llamará por antonomasia el teatro en verso, mientras que la prosa se convertirá en carácter distintivo de los dra­mas y comedias «realistas» o «naturalistas».

M. Bonfantini