[La deffence et illustration de la langue française]. Manifiesto literario de Joachim Du Bellay (1522- 1560) publicado en 1549: una de las obras más importantes del Renacimiento francés y en particular del movimiento de la Pléyade. Frente al éxito de Marot y de su escuela, el autor afirma la necesidad de dar a la poesía francesa un carácter más definido. Es inútil continuar por un camino débil e incierto; Marot gusta por la facilidad espontánea de su inspiración; pero la creación de una verdadera poesía, necesita otro sostén. De Italia viene el ejemplo animador, la nueva luz: Petrarca indica para todos un principio claro y consciente de la misión artística de un pueblo. Du Bellay, partiendo también de las concepciones teóricas de los tratados italianos, proclama la necesidad de inspirarse en los poetas de la antigüedad; afirmando que es preciso, ante todo, liberarse de los géneros literarios, más bien propios del Medievo que de un Renacimiento verdadero, esto es, de la balada, la canción, el rondó.
Homero, Píndaro, Horacio, Virgilio, los grandes trágicos, entre ellos, sobre todo, Sófocles, dirigen — a través de las odas, la epopeya, la tragedia, la comedia — el camino hacia un renacimiento del gusto y de la forma. Y entre los modernos, Petrarca es el poeta que mejor indica esta vía. Así, en la lectura y el conocimiento de los clásicos, el poeta francés, en una sabia «imitación», encontró los elementos para su obra, ya sea en frases y períodos, ya sea, sobre todo, en un hábito mental que tiende a lo grandioso y a lo evidente. Comienza entonces un verdadero arte francés, y por fin, la nueva lengua pudo elevarse hasta la pureza de la elocuencia antigua, superando, entre los modernos, hasta a los italianos. La Defensa, basándose en algunas ideas remachadas con firmeza y convicción, acentuó en sentido definitivo la distancia que los nuevos poetas de la Pléyade, con su jefe Ronsard, deseaban que existiera entre su poesía y la de los autores que les precedieron; se puede decir que por su inmenso eco en las polémicas literarias de su tiempo, Du Bellay ha contribuido a fijar en el clasicismo francés temas y modos que duraron hasta las luchas románticas del siglo XIX.
C. Cordié