Wilhelm Heinrich Wackenroder

Nació el 13 de julio de 1773 en Berlín, donde murió el 13 de febrero de 1798. En el curso de su breve existencia influyó decisivamente en el espíritu romántico alemán. Vivió casi siempre en Berlín, de donde se alejó en 1793 para cursar Jurisprudencia en la Uni­versidad de Erlangen, de acuerdo con la voluntad de su padre, alto magistrado pru­siano. En verano del mismo año estuvo en Bayreuth y Bohemia; durante estos viajes gustaba errar por lugares salvajes y abando­nados, en los cuales su temperamento místico podía nutrirse de soledad y misterio. Pocos meses después reanudó sus estudios en Gotinga. No tardó en convertirse en el amigo inseparable de Tieck (v.), atraído por el vigor y la exuberancia de su carácter.

Esta relación, en ciertos aspectos casi morbosa, fue posiblemente el único vínculo humano verdadero de que Wackenroder disfrutara. Algunos rápidos viajes a Dresde, Leipzig, Nuremberg, Bamberg y Hamburgo completan los escasos acontecimientos externos de su breve exis­tencia. En 1797 aparecían anónimas en Ber­lín las Efusiones del corazón de un monje enamorado del arte (v.), y dos años después, póstumas y publicadas por Tieck, las Fan­tasías sobre el arte para los amigos del arte (v.). Se trata, más bien que de verdaderas obras críticas, de anotaciones líricas infor­madas por un concepto místico y religioso del arte. No obstante, fue muy considerable su importancia en la revalidación del mundo medieval cristiano-germánico, uno de los temas principales del Romanticismo.

Tal restauración resultó tan fecunda que indujo a los Schlegel (v.) ya Novalis (v.) a la exaltación de la Edad Media germánica, circunstancia que influyó en la crítica artís­tica posterior y en las corrientes pictóricas alemanas de reacción frente al neoclasicismo.

G. Arneri