Nació en Nancy el 22 de enero de 1773 y murió en la misma ciudad el 25 de julio de 1844. Pasó su juventud en Lorena, donde su padre, oficial del ejército realista, había tenido que buscar refugio; y él mismo militó durante algún tiempo en el ejército de los príncipes. Vuelto a su patria al amparo de una amnistía e impulsado por su dominante vocación dramática, probó fortuna en París y después de algunos años penosos y difíciles, vio coronados sus esfuerzos con la representación y el éxito de su primer trabajo, La forêt de Sicile, al que Pixérécourt, autor de fecunda inspiración, hizo seguir rápidamente por otros: Les petits Auvergnats (1797), Víctor o El hijo del bosque (1798, v.) y Le château des Appenins (1798), llegando al triunfo en 1800 con el melodrama Coelina ou l’enfant du mystère, una trama de casos terribles y horripilantes, sobre un tema tomado de una novela de Ducray-Duminil.
Durante más de treinta años, Pixérécourt continuó haciendo desfilar, ante los ojos de un público que le permaneció fiel, héroes manchados de sangre, envueltos en el misterio, chorreantes de iniquidad o radiantes de inocencia, cubiertos de crímenes siempre castigados o de virtudes siempre premiadas y en definitiva triunfantes. Habilísimo forjador de embrollos, tras su torrencial grandilocuencia ocultaba Pixérécourt un instinto dramático bastante seguro. Fue, además, de una fecundidad casi increíble: 111 obras en treinta años; numerosas comedias y «vaudevilles», 59 melodramas, denominación impropia, debida al hecho de que las escenas de efecto más intenso eran subrayadas por la música y los finales eran cantados. Después de 1830, trabajó Pixérécourt en colaboración con otros escritores, entre los cuales Brazier, Mélesville y Ducange. Además de las obras citadas, cabe recordar: Les orphelins du hameau (1801), Le chien de Montargis (1814), Le château de Loch-Leven (1823), La fille de Vexilé (1818), etc.
C. Falconi