Ramón de la Cruz Cano y Olmedilla

(En la Arcadia, Larisio Dianeo). Nació el 28 de marzo de 1731 en Madrid, donde murió el 5 del mismo mes de 1794.

No poseemos noticias importantes acerca de su infancia y juventud. Se sabe que a los trece años vivía en Ceuta, ciudad en la que su padre desempeñaba un empleo administrativo. Una alusión que él mismo hace en el prólogo de una de sus comedias musicales permite creer que no debió seguir estudios regula­res.

Empleado en 1759 en la administración de prisiones, se casó al año siguiente con Margarita Beatriz de Magán, que le daría varios hijos; uno de ellos fue luego coman­dante general de la artillería española en la batalla de Bailén.

Pese a ser protegido del duque de Alba, quien acostumbraba llevarle como compañero en sus viajes a Ávila; de la duquesa de Benavente (para el teatro privado de esta aristócrata escri­bió varios de sus sainetes) y de su hija, la duquesa de Osuna, parece haber vivido siempre en la estrechez; sin embargo, no es cierto que llevara una existencia bohe­mia, como sostuvieron algunos de sus crí­ticos.

Apasionado por la literatura y el teatro ya desde su adolescencia, compuso su primera décima a los trece años, y con­taba quince cuando un amigo suyo publicó en Madrid, sin nombre, un Diálogo cómico de C. Durante su juventud escribió trage­dias y comedias, en las que imitó singular­mente a Metastasio, Racine y Voltaire.

Tra­dujo también obras de estos autores, dio una versión de Hamlet de Shakespeare, de acuer­do con la reducción francesa de Ducis, y adaptó algunos textos de Calderón (Andró­meda y Perseo) y Cañizares (Ifigenia).

Fi­nalmente, dedicóse al sainete, lo cual le atrajo la hostilidad de los estilistas y neo­clásicos. Comprende este género obritas que en su mayor parte constituyen valiosos do­cumentos de la época. Nuestro autor com­puso más de trescientos.

Un importante grupo de ellos lo constituyen parodias de tragedias neoclásicas francesas, en estilo so­lemne y versos endecasílabos: Manolo (v.), Inesilla la de Pinto, Zara, etc.; en las dos últimas citadas, C. parodia, respectivamente, a Inés de Castro, de La Motte, y a Zaira, de Voltaire.

En otros describe los procedi­mientos teatrales coetáneos: El teatro por dentro (v.), El coliseo por defuera, El sai­nete interrumpido, etc. Sin embargo, los sai­netes más importantes de don Ramón, los que verdaderamente justifican su fórmula dramática («Yo escribo, y la verdad me dicta»), son los referentes a las costumbres madrileñas, en general también presentes en los grupos anteriores: El Prado por la noche (v.), Las tertulias de Madrid (v.), La víspera de San Pedro (v.), La maja ma­jada, Las castañeras picadas, El Rastro por la mañana, La Pradera de San Isidro, etc. El mismo autor publicó una colección in­completa de sus obras en diez tomos (1786- 91).

Enfermo de pulmonía en 1793, logró sanar, pero no recobró completamente la salud; tuvo tres recaídas, y la última lle­vóle a la tumba. Fue un hombre de carác­ter jovial; el único retrato que de él ha quedado, conservado en el vestíbulo del Teatro Español de Madrid, le presenta con aire modesto, pero señorial.

F. Lázaro