Nació en Elena, cerca de Tirnovo, en 1879 y murió en Lausana en 1926. Terminó sus estudios en Francia, y realizó varios viajes por Hungría, Austria, Suiza e Italia. Fue, en consecuencia, uno de los escritores búlgaros en cuya formación espiritual cabe advertir reflejos e influencias de la cultura y el arte europeos, en particular de Schopenhauer, Nietzsche, Ibsen, Tolstoi y los simbolistas franceses; ello se da da particularmente en sus dramas (Los albañiles, Samodiva), que desarrollan temas legendarios gratos a la tradición popular nacional; pero, con todo, se hallan asimismo influidos por la dramática europea.
En esencia, empero, el autor sigue apareciendo búlgaro, y, así como en la producción típicamente autóctona revela inspiraciones que, aun cuando procedentes del resto de Europa, no perjudican su originalidad, adapta igualmente, con matices muy humanos y psicológicos las sugestiones del simbolismo francés a las reacciones propias del realismo búlgaro más moderno, atento a la comprensión de las cosas para representarlas en su verdad fenoménica y penetrar en su íntima sustancia. Siquiera hubiese viajado mucho, prefirió vivir apartado del tumulto de las ciudades, en el ambiente idílico del campo y junto a su pueblo y a los usos, las costumbres y las canciones del mismo. Éstos le inspiraron su obra maestra: los deliciosos Idilios (v.), que constituyen por sí solos un capítulo sin precedentes en la literatura de Bulgaria, y en los cuales, en plena atmósfera romántica, la realidad se convierte en sueño, la prosa en poesía y el pensamiento en canto.
A. Cronia