Nació en Tirnovo en 1827 y murió en Sofía en 1895. Fue una de las primeras figuras del grupo integrado por los poetas principales y más populares del resurgimiento nacional búlgaro. A la causa de su país consagró, efectivamente, lo mejor de sus fuerzas, y ello en calidad tanto de patriota como de poeta; y así, alentó ardientemente a sus compatriotas a la reacción, y tomó parte en la revolución de 1876 y en las guerras ruso-turca y servo-búlgara de 1877-79 y 1885. Maestro elemental, pudo, ya a partir de los dieciséis años, trasladarse de una a otra localidad, vivir entre el pueblo, y conocer a fondo el alma, las miserias y los sufrimientos de éste, y, al mismo tiempo, sus costumbres, tradiciones y cantos, que reunió con pasión e imitó delicadamente, como lo prueba su famoso poema La fuente del blanco pie (v.).
El principio de su actividad literaria se remonta a los años de la adolescencia; la primera obra fue una poesía satírica, inspirada en un modelo popular, dirigida contra el obispo de Timovo, y causa, como es natural, de un severo castigo. Se trata, en realidad, del principio de la campaña sin cuartel que luego llevaría a cabo contra la supremacía de la Iglesia bizantina e intensificaría singularmente en el curso de los últimos tiempos del dominio otomano. Su producción poética sucesiva — de preferencia lírica — fue enriqueciéndose gradualmente a través de un ritmo tranquilo y de la alternancia con las diversas actividades del autor: profesor periodista, luchador por el ideal y, sobre todo, apasionado recopilador de cantos populares.
Sus composiciones líricas suelen reflejar los impulsos más íntimos de su corazón (entre los cuales figura el amor); en el conjunto de ellos, y en tanto compatibles con los rigores de la censura mientras persistió el yugo otomano, aparecen los sentimientos patrióticos de Slavéikov, quien contribuyó notablemente a la progresiva formación de una conciencia nacional, ya mediante la exaltación de la patria (Patriota, La Patria, En el país natal, A los búlgaros, etc.), o bien con los ataques a los cobardes (Respuesta, No siento afán de cantar, No somos un pueblo, El traidor, etc., o, incluso, con las críticas del régimen despótico de los Battenberg. Renacida luego Bulgaria con el tratado de San Esteban de 1878 y libre ya el poeta del cautiverio que sufría en Constantino- pía a causa de algunos textos publicados en su periódico irredentista Makedonija, Slavéikov participó activamente en la vida política del nuevo Estado y fue ministro de Instrucción Pública y del Interior. Sin embargo, no abandonó el cultivo de la poesía, sobre todo la de carácter popular. Su vida y su obra le valieron el título de «Gran padre de la Patria».
A. Cronia