Pedro Emilio Coll

Escritor venezolano, nació en Caracas en 1872, murió en 1947. Cónsul general en París y secretario de Legación en Madrid, fue después ministro de Fomen­to. Hombre culto y refinado, con capacidad creadora y espíritu de observación, le faltó la disciplina organizadora y constructiva del novelista para llevar a cabo una obra literaria trascendente.

Sin embargo, por la finura de análisis, la amplitud de concep­ción e inquietud espiritual, se le considera Lorenzo el Magnífico. Luego, el duque de Ferrara, Hércules I, le envió como legado ante el emperador Maximiliano y el papa Alejandro VI.

Muerto éste, y ya en el ocaso la estrella de los Borgia, sus protectores, C. hubo de abandonar Pesaro. Volvió a la ciu­dad con el apoyo del duque de Ferrara y el aparente consentimiento de Sforza, quien lo encerró en la cárcel donde fue estrangu­lado.

Coll tradujo el Anfitrión (v.) de Plauto; compuso un auto sacramental y Sei dialoghi (1497) según el modelo de Luciano; escri­bió acerca de pedagogía (Dell’educazione degli antichi, 1542) e historia (Compendio della storia del regno di Napoli, 1539; Descriptio seu potius summa rerum Germanicorum, 1539), defendió la Historia natura- lis de Plinio frente a las acusaciones de Ermolao Barbaro (Defensio Pliniana, 1493), y dejó un De vípera libellus (1516) y una serie de lúcidos informes dirigidos a sus señores.

Al aspecto político del autor queda vinculada su obra más famosa: la canción A la muerte (v.), compuesta probablemente durante su primer cautiverio, pero que aca­so se asocie, en la fantasía de los lectores, a la tenebrosa imagen de su fin.

F.Giannessi