Nació el 14 de agosto de 1552 en Venecia, donde murió el 15 de enero de 1623. Su vida aparece, sobre el árido fondo de su siglo, rica en significaciones éticas y alentada por una irresistible vocación al estudio. Recibidos los primeros rudimentos culturales de su tío materno Ambrogio Morelli, cultivó luego la Filosofía, las Matemáticas, el griego y el hebreo junto al servita M. G. Cappella. Quizá por influencia de ello ingresó en noviembre de 1566 en la Orden de los servitas, e inició una existencia de religioso envuelta en un ambiente intelectual. Tras el primer debate público sostenido el día que siguió al de la toma de hábito, resolvió en Mantua trescientas dieciocho tesis filosóficas y teológicas; ello valióle el nombramiento de teólogo y lector de Teología positiva. Muy interesante resulta en la formación de Sarpi el período pasado en la mencionada ciudad.
En 1575 salió de ella, y, luego de una breve estancia en Milán, se estableció en Venecia, donde enseñó Filosofía, y después en Padua; allí graduóse en Teología en 1579. Elegido provincial de la Orden y posteriormente procurador, cargos que le obligaron a diversos viajes a Roma, fue propuesto por el Senado veneciano para obispo de Caorle primero, y de Nona luego; Clemente VIII, empero, rechazó tales proposiciones. Nombrado por la Serenísima teólogo y canonista (1606), ejerció su cargo con la sensibilidad propia de un hombre de estudio y doctrina. Fruto de sus investigaciones histórico-jurídicas es su numerosa producción, en la cual figura su obra maestra, la Historia del Concilio de Trento (1616, v.). Anteriormente, las autoridades eclesiásticas habían manifestado de varias maneras su hostilidad hacia este autor, que llegó a ser blanco de la excomunión personal y de un intento de asesinato. A tal época pertenecen la Historia del Interdicto (1608, v.) y la activa correspondencia de Sarpi con los reformistas (v. Cartas a los protestantes).
Por aquel entonces se relacionó con emisarios de las cortes evangélicas que, tras la clamorosa ruptura con Roma, intentaron hacer de la rebelde República un centro de difusión de la Reforma en Italia; en tales contactos el autor reveló, más bien que una voluntad heterodoxa, una inteligencia ardiente, deseosa de nuevas experiencias y tendente a superar los límites del mundo cultural acostumbrado.
G. Getto