Otto Weininger

Nació el 3 de abril de 1880 en Viena, donde murió suicida el 4 de octubre de 1904. Aun cuando perteneciente a una familia hebrea, convirtióse al cristia­nismo, de acuerdo con la lógica de sus ideas filosóficas. Fue discípulo de Avenarius, y, a pesar de su prematura muerte, consiguió una vasta popularidad, debida en parte a su extraño y excéntrico fin — Weininger se mató para ganar una apuesta —, pero también, y sobre todo, a la originalidad de su pensamiento y a un estilo claro y animado. En su obra maestra Sexo y carácter (v.), que, publi­cada en Viena en 1903, alcanzó en 1921 su vigesimosegunda edición y fue traducida a todas las lenguas, el autor ascendía, a par­tir de una investigación parcial, a una originalísima concepción del mundo.

En torno a las cosas supremas [über die letzten Dinge], obra aparecida póstuma en 1904 y ob­jeto asimismo de un gran éxito y de nume­rosas ediciones, trata, a menudo bajo una forma aforística, problemas de psicología, ética y metafísica. El suicidio de Weininger, que provocó al mismo tiempo estupor y admi­ración, no careció de un fundamento ético y filosófico. Para Weininger, la muerte en plena juventud era un ideal ético. «Lo viejo es una falsa eternidad… El bien (y la belleza verdadera) es eternamente joven.» En los motivos éticos que determinan las posibili­dades de llegar al estado superior del ser ad­quiere una importancia decisiva el «querer». «El futuro es lo que hace el querer; única­mente el que quiere tiene un futuro.

Por ello el hombre vive en tanto de una mane­ra u otra, quiere, pretende elevarse hacia el valor, se halla todavía entre el ser y el no ser; y los hombres mueren en el mo­mento en que están completamente desarro­llados, cuando su voluntad ha alcanzado el límite y se ha transformado en valor: o sea, cuando el ser humano ha llegado a Dios o ángel.» Desde el punto de vista de esta determinación ético-metafísica, también la muerte y el suicidio tiene su motivo sufi­cientemente e incluso gran parte en el proceso de la realización de este querer.

I. Mészáros