Nació en 1874 en Kiev y m. el 23 de marzo de 1948 en París. La vida de Berdiaev, como toda su singular experiencia especulativa, apareció dominada enteramente por el afán de la libertad, entendida como el originario carácter libre del espíritu que «es anterior a la misma existencia».
A ello «se consagró apasionadamente desde la juventud», e, incapaz de soportar tanto el conformismo tradicional que reinaba en su familia, perteneciente a la alta nobleza militar, como la disciplina externa y absurda del «Cuerpo de los cadetes» (colegio de la milicia) donde realizó sus estudios, Berdiaev abandonó su ambiente y se matriculó en la universidad, con la intención de ingresar en la Facultad de Ciencias.
Aquí viose muy pronto atraído por los grupos revolucionarios de inspiración marxista, y en 1899 fue desterrado a Vologda. Sin embargo, no aceptó del socialismo las premisas materialistas ni las «rígidas verdades de clase» que la dialéctica marxista le imponía; y ya desde entonces descubrió en ella «los elementos que sólo podían conducir al despotismo y a la negación de la libertad».
Inicióse de tal suerte en Berdiaev la etapa de la revisión del marxismo, durante la cual actuó inspirándose de manera preferente en los motivos críticos del idealismo de Kant.
Ello le indujo a profundizar su cultura filosófica, y así, en 1903, apenas libre del destierro, dirigióse a alemania, donde siguió los cursos de Windelband en Heidelberg.
Ya dentro de la esfera idealista, Berdiaev encontróse entonces frente a unos problemas nuevos, totalmente vinculados a los temas del hombre, de su dignidad y de su destino trágico (Subjetivismo e individualismo en la filosofía social).
Vuelto a la patria, se adhirió al grupo de pensadores religiosos (S. Bulgakov, Novogorodzev, prínc. S. y E. Trubezkoi, V. Ivanov y otros) que, inclinándose hacia la ideología de V. Solov’év y de F. Dostoievski, desarrollaban una actividad filosófica y cultural de notable resonancia en los más diversos ambientes de la «inteligentzia» rusa (Problemas del idealismo, Sub specie aeternitatis, La nueva conciencia religiosa y el problema social, 1907).
Esta nueva experiencia llevó a Berdiaev «de la libertad a la vida religiosa, para tender nuevamente a la libertad», entendida ahora «cual deber, como grave peso y en cuanto origen de todo aspecto trágico de la existencia» (La filosofía de la libertad, 1911). En el plano de esta «originaria experiencia de la libertad», que tan profundamente sentía Berdiaev, iba realizándose en éste, cual en Dostoievski, la ascensión hacia Dios.
Fiel siempre a la mejor tradición de la filosofía rusa, no pudo contentarse con el conocimiento del mundo y quiso actuar en él. De esta suerte, participó activamente en todas las iniciativas culturales del decenio 1905-1914, que estuvo marcado en Rusia por el sello de un singular «renacimiento espiritual».
Tal labor no se vio interrumpida por la revolución, que más bien diole una intensidad y una significación mayores, y ello tanto en el aspecto especulativo como en el social y cristiano. Y así, Berdiaev, junto con muchos otros pensadores rusos de inspiración religiosa, hubo de abandonar su patria (1922).
En consecuencia, prosiguió su labor en «tierra extranjera», primeramente en Berlín y luego en París. Mientras tanto, sus ideas iniciales fueron concretándose en un sistema de tendencia existencialista y alcanzaron paulatinamente un reconocimiento general en cuanto contribución de importancia decisiva al esclarecimiento de los destinos humanos.
Así, aparecieron Filosofía de la Edad Media (1924), El sentido de la historia, La concepción del mundo en Dostoievski (1924), Espíritu y libertad, ensayó de filosofía cristiana, y, finalmente, Sobre el destino del hombre, ensayo de una ética paradójica (1935) y Cinco meditaciones sobre la existencia (1936, v.).
El último período (1940- 48) representó para Berdiaev «los años más difíciles y torturados de la vida»: la guerra y «los innumerables sufrimientos humanos por ella provocados» agudizaron su tensión moral y le indujeron a nuevas meditaciones sobre el cumplimiento de los destinos de la humanidad (Ensayo de una metafísica escatológica, 1941, y, singularmente, Dialéctica existencial de lo divino y lo humano, 1947).
En 1942 Berdiaev hubo de sufrir una grave operación» y durante semanas enteras viose obligado a la inmovilidad, lo cual le ocasionó intensos dolores. Tras la liberación de París quedó tristemente desengañado por la continua opresión bajo la cual permanecía Rusia y que él había creído ya superada. Todo ello agravó su melancolía hasta los confines de la angustia, de la cual nada, en adelante, podría alejarle. Y así, consumido por ella, fue extinguiéndose Berdiaev.
L. Ganchicov