Nació en Calagurris (Calahorra) en la España Tarraconense, entre los años 35 y 40 d. de C. y murió unos años antes del 100. Estudió en Roma con el gramático Remmio Palemón (que fue también maestro de Persio) y después con el famoso orador Domicio Afro. Habiendo vuelto a España, fue llevado de nuevo a Roma en el año 68 por el emperador Galba. Tuvo éxito y fama tanto en el ejercicio de la abogacía como en la enseñanza y alcanzó de Vespasiano el cargo retribuido de maestro de retórica, que desempeñó durante veinte años. Entre sus discípulos figuró Plinio el Joven. Hacia el año 90 pudo retirarse de la enseñanza y atender tranquilamente al estudio y a la composición de sus tratados.
Domiciano le otorgó las insignias y el título de cónsul y le confió la instrucción de sus bisnietos, los hijos de Flavia Domitila. Su vida privada sufrió dos rudos golpes: en edad ya avanzada vio morir a su mujer, muy joven, y después a sus dos hijos todavía niños. Además de su obra más importante, Institución oratoria (v.), publicada hacia el año 95, documento de prudencia humana, de vasta cultura y de experiencia multiforme, sabemos de otras obras suyas perdidas: un estudio, De causis corruptae eloquentiae, anterior a la Institutio, un discurso Pro Naevio Arpiniano, el único publicado por Quintiliano; contra su voluntad, se publicaron apuntes de sus lecciones (con el título de Artes rethoricae).
No son de Quintiliano dos recopilaciones de Declamationes, que se han conservado con su nombre. Quintiliano, que fue considerado como una autoridad durante toda la Edad Media, ocupa un lugar importante en la historia de la educación, de la retórica y de la crítica literaria romana.
F. Codino