Nació en Boynes (Loire) el 11 de octubre de 1813 y murió en Paris el 7 de marzo de 1883. Hijo de un obrero, conoció una infancia desgraciada a causa de las míseras condiciones económicas de su familia. A los trece años ingresó en el despacho del abogado Delavigne, hermano del poeta Casimire, quien le introdujo en los medios literarios. A los diecisiete empezó a trabajar en L’Écho de la Seine- Inférieure. Polemista impetuoso y eficaz, en 1832 fue enviado a sostener la política gubernamental en Périgueux; allí dirigió el Mémorial de la Dordogne hasta 1836. Sus éxitos indujeron al ministro Guizot a llamarle a París, donde colaboró en diversos periódicos. Veuillot, sin embargo, atravesaba un período crítico, provocado por su conciencia de la miseria material del pueblo y de la moral de la burguesía.
Con gusto, pues, acogió la invitación de un amigo, Gustave Oliviar, quien le propuso acompañarle en el curso de un largo viaje por Italia y Oriente. El 15 de marzo los dos llegaron a Roma. Ya al cabo de un mes, a los veinticinco años, se «convirtió» y volvió al catolicismo, del que pasó a ser un ardiente y constante defensor. El viaje quedó interrumpido; a través de Suiza, ambos amigos regresaron a Francia, donde Veuillot entró en el Ministerio del Interior como agregado a la secretaría de Guizot, lo cual dejóle tiempo libre. Escribió y publicó Les pèlerinages en Suisse (1839) y Rome et Lorette (1841). En 1843 ingresó en la redacción del diario católico L’univers religieux; en el curso de su labor en este órgano consagró su pluma al catolicismo y transformó el periódico, al principio muy modesto, en una publicación de lucha dirigida contra los burgueses librepensadores.
Exaltó a la República, en la esperanza de verla favorable a la Iglesia; pero luego apoyó el golpe de Estado del 2 de diciembre de 1851, que contaba con las simpatías del clero. Sus ataques contra los católicos liberales indujeron al arzobispo de París a la suspensión del diario; Veuillot, empero, acudió al Papa y salió victorioso del trance. Eh 1860 el periódico fue suprimido; su publicación quedó restablecida en 1867. Diversos libelos y obras acompañaron la lucha del escritor en defensa de la Iglesia y del Pontificado, llevada a cabo con firme resolución y sin descanso, y ardientemente animada por un sentimiento religioso tenaz y un estilo impetuoso, pero claro y lleno de vigor. Veuillot estuvo repetidamente en Roma; Pío IX aprecióle siempre mucho. Sus obras más notables son El perfume de Roma (1862, v.) y Los olores de París (1866, v.), en la que opone, a lo que define la fealdad del París pecador, la grandeza y las virtudes de la Roma católica.
Del resto de su abundante producción de polemista cabe mencionar Les libres penseurs (1848), Le lendemain de la victoire (1849), Petite philosophie (1849), De quelques erreurs sur la papauté (1859), acerca de la Cuestión Romana, Le pape et la diplomatie (1861), Biographie de Pie IX (1863), La république de tout le monde (1871) y Rome pendant le Concile (1872). Entre las obras más propiamente literarias recordaremos L’honnête femme (1844), Corbin et d’Aubecourt (1850) y varios estudios históricos y críticos. Muchos de sus artículos se hallan reunidos en la colección Mélanges religieux, historiques et littéraires (en seis tomos, 1865-75). Seis volúmenes abarca también su Correspondance (1883-85).
P. Raimondi