Konrad Celtis

Nació el 1.° de febrero de 1459 en Wipfeld, cerca de Wurzburgo, y Murió el 4 del mismo mes de 1508 en Viena. Hijo de un viñador, su apellido era Bickel.

A los dieciocho años huyó de su casa y mar­chó a Colonia, donde empezó los estudios. Llegado a Heidelberg en 1484, fue introdu­cido en el mundo del Humanismo por su maestro Rudolf Agricola. Frecuentó ade­más los círculos eruditos de Erfurt, Rostock y Leipzig, donde en 1486 publicó las primeras poesías latinas e inició sus lecciones públicas de arte poética.

Enseñó también el griego. En 1487 el emperador Federico III ciñóle, en Nuremberg, los lauros poéticos; ningún alemán había recibido antes que él tal dignidad. Poco después llegó a Italia para relacionarse directamente con los hu­manistas más insignes, de Pomponio Leto a Marsilio Ficino. Allí permaneció casi dos años, y luego, pasando por Venecia, diri­gióse a Cracovia, donde se detuvo otro tan­to; después reanudó sus peregrinaciones.

Siguiendo el ejemplo italiano, fundó acade­mias en las ciudades más importantes: la primera fue la «Sodalitas Rhenana», estable­cida en Heidelberg en 1491, y la más im­portante la «Sodalitas Danubiana» de Viena, creada en 1497.

Celtis se dedicó apasionada­mente a la búsqueda de textos antiguos y tuvo la singular fortuna de descubrir en el convento de Sankt Emmeran, cerca de Ratisbona, un códice con los Dramas (v.) latinos de Rosvita de Gandersheim, que pu­blicó en 1501.

Al estilo de la Italia ilustrada (v.) de Flavio Biondo, proyectó una Germania ilustrada, de la cual sólo compiló una primera parte. Espíritu inquieto y aman­te de los viajes, no acostumbró detenerse largo tiempo en la misma ciudad, y fue pro­fesor en Ingolstadt (1494), Heidelberg (1496) y Viena (1497).

Aquí, el mecenazgo que el emperador Maximiliamo I le dispensó indújole a establecerse definitivamente. En honor del soberano presentó en Linz (1501) el Ludus Dianae. Un año después publicó su mejor libro, los Amores (v.). En los últi­mos tiempos de su vida, el refinado hedonista fue víctima de la sífilis, que le llevó prematuramente al sepulcro.

Celtis no debe ser considerado un minucioso filólogo, sino un brillante promotor de estudios, lleno de los intereses culturales más diversos, y un ele­gante espíritu horaciano. Después de su muerte fue publicado un mapa suyo del Imperio romano con los principales itine­rarios.

V. M. Villa