Nació en Mezökövesd el 11 de diciembre de 1876 y m. en Budapest el 31 de mayo de 1929. Durante algún tiempo frecuentó la Facultad de Letras de la Universidad de esta última ciudad; pero pronto hubo de abandonar los estudios para emplearse en la dirección de los monopolios estatales, donde, andando el tiempo, llegó a consejero de contabilidad. Su vida, exteriormente gris y monótona, resultó una oposición continua a la actividad de su alma romántica y fervorosamente religiosa, que aspiraba a una síntesis moral y filosófica susceptible de conciliar el panteísmo con la visión cristiana del mundo.
De temperamento viril, intransigente y apasionado, tendía a un idealismo ajeno a la indiferencia, al cinismo, a la negación y al decadentismo de su época. Muy pocos supieron comprender y apreciar la poesía de H., sobre todo porque su exuberancia de tonos fuertes y su forma robusta, aunque artísticamente no siempre perfecta, contrastaban de manera ruidosa con la moda contemporánea del preciosismo, el rebuscamiento y la afeminación. Durante unos veinte años, la crítica se desinteresó obstinadamente de su rica producción lírica; inadvertida casi pasó también la novela Contempladores de cristales [Kristálynézök, 1914], primera y amarga denuncia de la crisis social y moral de la Hungría anterior a la guerra; y veinte años habían de transcurrir antes de que el Teatro Nacional de Budapest decidiera representar (1923) la obra dramática más importante de H.: la tragedia Ellák (v.), grandiosa visión histórica de la ruina del imperio de Atila.
E. Vàrady