Nació en 360, posiblemente en el territorio ocupado por la actual Dobrudja, y murió en Marsella hacia 435. Fue el primer gran organizador del monacato occidental.
En la difusión del ascetismo había le precedido casi un siglo antes (335-337), y precisamente en la Galia (Tréveris), otro oriental: San Atanasio, discípulo y biógrafo de San Antonio. Hijo de padres acaudalados, que le habían proporcionado una buena formación clásica, todavía muy joven agregóse a un monasterio de Belén.
Luego, atraído por la fama de las nuevas comunidades egipcias, marchó a la Tebaida (hacia 385). Estuvo más tarde en Constantino- pía, en donde alrededor de 404 San Juan Crisóstomo ordenóle de diácono. Desterrado este Santo (405), C. dirigióse a Roma para defender su actuación.
Diez años después (415) reapareció inesperadamente en Marsella, como sacerdote y fundador del célebre monasterio de San Víctor. A los últimos veinte años de su vida pertenece toda su actividad literaria llegada hasta nosotros, y orientada, a excepción de De incarnatione Domini contra Nestorium (probablemente de 430), a la difusión y organización del monacato en Occidente.
Su ideal ascético aparece aclarado singularmente en los veinticuatro libros de las Conferencias (v.), conjunto que, redactado en tres etapas y durante el período 420-429, refiere las conversaciones espirituales sostenidas por C. con los monjes de Egipto. Los doce libros De las Instituciones monásticas (426, v.) tratan, en cambio, de los sistemas del monacato oriental.
C. Falconi