Novelista ecuatoriano nació en Quito en 1906. Ha desempeñado algunos cargos diplomáticos y es uno de los escritores más representativos de lo que pudiéramos llamar el grupo indigenista de Hispanoamérica. El vigor de sus novelas corre parejas con el descuido de su lenguaje, que I. ha ido puliendo, aunque también con ello ha ido disminuyendo el vigor de sus creaciones. Es éste un fenómeno literario muy frecuente. La novela que lo ha hecho famoso se titula Huasipungo y la publicó en 1934; ha sido traducida a casi todos los idiomas y representa la gesta trágica del indio explotado, que acaba rebelándose al grito de «El huasipungo es nuestro», es decir, la parcela, la tierra que trabajamos es nuestra, y cae víctima de la represión estatal.
Comenzó en el arte de la narración con Barro de la sierra (1933); publicó luego Huasipungo y a continuación apareció En las calles (1935), que obtuvo el premio nacional, y en la que el autor pasa del campo a la ciudad con el mismo pesimismo analítico; en Cholos (1938), Media vida deslumbrados (1942), Huayrapamushcas (1948) y El chulla Romero y Flores, el novelista amplía su radio de acción y va cuidando su estilo, a medida que la inspiración va perdiendo la fuerza de la naturalidad. Dentro del aspecto narrativo, hemos de considerar también los relatos breves o cuentos agrupados en los volúmenes Barranca Grande y Seis veces la muerte (1954). Para el teatro ha escrito El intruso (1929) y Flagelo (1936). I. es quizá el más típico representante de la literatura indigenista ecuatoriana, con su rudeza, sus descuidos formales, su despreocupación constructiva y sus exageraciones apasionadas, al servicio de un mejoramiento nacional y de una orientación socializante que preside el desarrollo de toda su obra.