Nació el 22 de enero de 1849 en Estocolmo, donde murió el 14 de mayo de 1912. Hijo de un matrimonio socialmente desigual, conoció una infancia sin alegría y una juventud difícil; describió ambos períodos en las inolvidables páginas grises de su amarga autobiografía, El hijo de una criada (v.). Matriculado en la Universidad de Upsala (famosa ciudad universitaria de la cual dejó animados bocetos), atendió a sus gastos actuando como profesor particular. Luego estudió Medicina y desempeñó diversas ocupaciones; finalmente (1874) obtuvo un empleo en la Biblioteca Real de Estocolmo. Una pasión, correspondida, hacia la esposa de un oficial noble, Siri (Sigrid) von Wrangel — que por Strindberg divorcióse del marido— le llevó a su primera unión matrimonial (1877). Sin embargo, el apasionado amor se trocó pronto en fiero odio, a pesar de lo cual el divorcio no tuvo lugar hasta 1891.
La manía persecutoria de que Strindberg fue entonces víctima presentó el aspecto de una desenfrenada misoginia, que sería uno de los temas principales de su obra literaria y culminaría (en cuanto a sus acentos polémicos y autobiográficos) en Esposos (v.) y El alegato de un loco (v.). Mientras tanto, abandonado el trabajo en la biblioteca, Strindberg (a quien La sala roja, v.), y Destinos y aventuras suecos habían conferido la fama de literato), siempre intolerante e inquieto, sentaba y levantaba los reales por doquier, en Francia y en la Europa central, con frecuencia acosado por la necesidad. Ávido de conocimientos, pero ingenio no críticamente dispuesto ni racionalmente organizado, iba pasando a través de las experiencias más heterogéneas, en las cuales la alquimia, los influjos visionarios de Svedenborg y la doctrina del superhombre de Nietzsche alternaban con estudios sociales e históricos y crisis místicas y religiosas. Por aquel entonces, había conocido en París a una austríaca’ (también escritora), Frida Uhl, a la que, sin parar mientes en su experiencia precedente ni en su radical misoginia, unióse en 1901. Este segundo matrimonio resultó aún peor que el primero; y, así, el divorcio no se hizo esperar.
Ello, empero, no le impidió llegar a una tercera unión, en este caso con la actriz Harriet Bosse, de la que muy pronto (1907) hubo de separarse. Autor dramático poseedor ya de una celebridad internacional, fundó en Estocolmo un teatro a la medida de su gusto, el «Intimo» que incluso en el título recordaba al parisiense de Antoine. S., quien había empezado a escribir todavía muy joven —la ambiciosa tragedia en verso Hermion es de 1869, y de 1870 el drama en un acto A Roma—, inauguró en Suecia el naturalismo, poética muy adecuada a su inspiración más genuina. Temperamento radicalmente opuesto al clasicismo, ajeno a todo humanismo y apasionado, sufrido y amargo, nuestro autor se revelaba muy agudo en la percepción y la descripción de la humanidad elemental, ávida, rapaz, cruel y libre de convencionalismos e hipocresías. «La lucha por la vida» y «La supervivencia del más fuerte» tuvieron en Strindberg al más incisivo divulgador.
De tales temas no se alejó esencialmente el autor en las obras posteriores a la fase naturalista, aunque éstas reflejen experiencias distintas y sean también diversas la construcción y algunas facetas formales. Constituyen un grupo aparte los dramas históricos (v. Cristina, Erik XIV, Gustavo Adolfo). Sus numerosos volúmenes de contenido histórico-social ofrecen un valor meramente biográfico, y son el testimonio de un talento con capacidad de recepción, pero no de selección. Strindberg, apagó los últimos ecos del romanticismo tardío que aún perduraban en la literatura de su país, e impuso un nuevo estilo de prosa. En este aspecto, nadie le ha igualado en el curso de los últimos cien años.
V. Santoli