Nació en 1595 en París, donde murió el 28 de octubre de 1676. Ingenio polifacético, cultivó no sólo las Letras, sino también la música, la pintura y la arquitectura. En 1632 publicó la novela Ariane, que le abrió las puertas del Hôtel de Rambouillet.
Bien considerado por el cardenal Richelieu, al ser fundada la Academia Francesa es nombrado canciller de tal centro. En 1636 hizo representar una tragedia, Aspasie, que alcanzó éxito a pesar de su mediocridad, seguida de otras obras del mismo género, tragicomedias, comedias y alegorías (Scipion l’Africain, Mirame, Roxane, Erigone, Las visionarias, v.), compuestas frecuentemente según los temas indicados por Richelieu, quien nombró a su protegido intendente de su casa, consejero del rey y secretario general de la marina.
Los nuevos favores sometieron a Desmarets todavía más a la voluntad del cardenal; y así, la producción poética de nuestro autor deriva hacia una tendencia religiosa, que da lugar a los poemas Clovis ou La France chrétienne (1657), Marie Magdeleine ou Le triomphe de la grâce (1669) y Esther, en los que al frío clasicismo impuesto por Boileau se oponen la intimidad y la fantasía del arte cristiano.
Posteriormente, Desmarets extendió su actitud a toda la poesía moderna en el tratado Comparution de la langue et de la poésie française avec la grecque et la latine (1670), que inició la famosa «Querelle» de antiguos y modernos. Cada vez más obsesionado por sus ideas religiosas, durante el conflicto con Port-Royal se puso de parte de los jesuitas y llegó a propugnar la organización de una cruzada contra la nueva herejía.