Prelado y poeta mexicano nació en la ciudad de Juanajuato en 1840 y murió en 1921. Su padre era abogado; la excelente posición económica de su familia le permitió estudiar en Inglaterra e Italia y disponer de un importante caudal de conocimientos en plena juventud, especialmente en lenguas clásicas y modernas. Ordenado sacerdote en Roma, en 1863, fue capellán de honor del emperador Maximiliano, obispo de Tamaulipas, Linares y San Luis de Potosí; pero pasó buena parte de su vida viajando por Europa, habló en nombre de la Real Academia Española de la Lengua con motivo del tercer centenario del Quijote (1905) y murió en Nueva York.
Formó parte de la Academia de los Árcades en Roma, con el nombre de Ipandro Arcaico, y fue un buen helenista; tradujo con elegancia a algunos clásicos griegos en verso castellano: Poetas bucólicos griegos (1877) y Obras de Píndaro (1882); estas versiones produjeron la admiración de los eruditos y críticos de su tiempo. La mayor parte de su producción poética original está contenida en sus Ocios poéticos (v.). Lírico ajeno a las corrientes literarias de su época, procura no hacerse siquiera eco del tránsito del romanticismo al modernismo y es un excelente sonetista que publicó, en efecto, tres centenares de sonetos (1916, 1918 y 1921), y en este último año, que fue el de su muerte, Sonetos jubilares. Su producción en prosa, en la que se advierte la calidad del orador sagrado y profano, llena ocho volúmenes con el título Obras pastorales y oratorias. Afirma González Peña que en «Ipandro Arcaico», el prosista no está abajo del poeta. Con todo y pese a sus indudables méritos, su obra se mantiene en un discreto nivel medio.
J. Sapiña