Nació en Toulouse a fines de 1582 y murió en Aurillac en diciembre de 1646. Luego de haber recibido una brillante formación marchó a París en busca de fortuna e ingresó al servicio de Margarita de Valois, la «reine Margot», divorciada de Enrique IV y de la cual llegó a secretario. Inició su actividad poética en la tradición de Malherbe, del que fue uno de los escasos discípulos. Fallecida en 1615 la soberana, tres años después viose nombrado presidente del tribunal criminal de Aurillac, en Auvernia, cargo que para un ilustre literato como él suponía casi un destierro; el dolor de este aislamiento aparece en todas las poesías posteriores al poema bucólico La Philandre (1619), con el cual terminó el período parisiense. En 1634 estuvo en Italia en calidad de secretario del embajador De Noailles; no obstante, ciertas disensiones con él le enajenaron las simpatías de Richelieu.
Vuelto a Aurillac, sólo muy brevemente apareció alguna vez en París y en la corte, a donde tendió siempre su corazón. Tras la muerte del cardenal esperó reconquistar el favor perdido; sin embargo, a pesar de ciertos buenos acogimientos hallados en la capital y del nombramiento de consejero de Estado sintióse a disgusto en el nuevo ambiente, donde incluso el gusto literario había cambiado, y acabó por retirarse definitivamente a Aurillac. Corno poeta es admirable por su habilidad en la versificación, pero no revela verdadera personalidad; hasta Malherbe, quien le consideraba su mejor discípulo, negábale el vigor. Su preocupación excesiva por la perfección del verso le obligaba a una estructura que a la larga resultaba monótona. La parte más sobresaliente de su obra (v. Poesías) está constituida por las composiciones breves: sonetos, «rondeaux» y, sobre todo, epigramas.