(Francesco Caletti- Bruni). Nació el 14 de febrero de 1602 en Crema, Murió en Venecia el 14 de enero de 1676. Su padre, organista y maestro de capilla en la catedral de Crema, le dio lecciones de música.
Posteriormente, en 1617 ingresó el joven en la Capilla de San Marcos, protegido por el noble Federico Cavalli, que lo había llamado a Venecia, lugar que casi no debía abandonar en toda su vida, dedicado al servicio musical de la basílica.
Tenor hasta 1635, ganó en concurso el puesto de segundo organista en 1640; pasó a primer organista en 1665 y llegó a ser, al fin, maestro de capilla en 1668. Contribuyó también con música propia al esplendor del culto, pero su fama ha quedado vinculada al teatro, para el que escribió unas cuarenta y dos óperas.
No habían transcurrido dos años desde que la ópera fuera introducida en Venecia, cuando se encargó a C. la música para Le Nozze di Teti e Peleo (1639), y durante más de veinte años continuó produciendo nuevas obras para las escenas venecianas, a las que controlaba de un modo casi total.
Aunque no propiamente discípulo de Monteverdi, está probado que maduró su arte bajo el influjo del maestro. Ya con la tercera ópera, Dido (v.), se eleva al puesto de discípulo original, demostrando que asimilaba lo esencial de la lección monteverdiana, es decir, el secreto de infundir al espectáculo musical la fascinación de una intensa y realista verdad dramática.
Su Jasón (v.), representado por vez primera en 1649, fue uno de los mayores éxitos en los escenarios italianos de la época y consagró su fama de compositor. Sin embargo, carece de seguridad estética: inclinado a preferir el efecto inmediato a la búsqueda de la perfección, aparece cambiante y discontinuo en el conjunto de sus obras y en su desarrollo.
Hombre afable y sedentario, aceptó hacia 1660 la invitación de la Corte francesa de ir a París con objeto de representar una ópera en ocasión de la boda de Luis XIV. La estancia se dilató dos años, durante los cuales el compositor presentó en aquella Corte, además de Serse (v.), ya estrenada en Venecia en el 53, el novísimo Ercole amante, una de sus obras maestras.
Sin embargo, los prejuicios contra la ópera italiana y la noble serenidad de su música le negaron el éxito, y de vuelta en Venecia manifestó su propósito de abandonar la composición de óperas. Lo cual hizo en efecto a partir de 1669, para dedicar sus últimos años a la música religiosa; entre otras piezas escribió un Requiem para sus propias exequias.
E. Zanetti