Nació en tomo al 368 en Borisso (Capadocia) y se trasladó aún muy joven a Constantinopla, donde parece haber pasado el resto de su vida.
Escribió, como continuación a la de Eusebio, una Historia eclesiástica en doce libros, que abarca el período 315-425; conocemos esta obra a través de una Pasión del mártir Antemio debida a Juan de Rodas (siglo IX), noticias del Léxico de Guidos y otros pasajes, en particular los de Focio (Bibliotheca, v., cod. 40), quien la juzga «encomio de los herejes y cruda acusación y reprensión de los ortodoxos».
En efecto, Filostorgio era arriano y de la fracción más extremada: la de los anomeos (negaban incluso la semejanza del Verbo al Padre, admitida por el grupo más moderado). Se ocupó también de historia civil, pero juzgó a los soberanos según su comportamiento frente al arrianismo.
Como es natural, defiende esta herejía y alaba singularmente a los jefes de su tendencia, Aecio y Eunomio, de quien además escribió un elogio, actualmente perdido. No se conserva tampoco una Apología del cristianismo contra Porfirio.
Filostorgio lanza sus críticas contra los paganos supervivientes que atribuían a la nueva religión la decadencia y los infortunios del Imperio, y vislumbra en tales circunstancias el cumplimiento de algunas profecías apocalípticas, aun cuando sin caer en el milenarismo (no establece ninguna fecha para el fin del mundo).
Su obra resulta importante, por cuanto el autor disponía de buenas fuentes, y precisamente porque presentaba el criterio de los herejes es más de lamentar la pérdida de aquélla. Sin embargo, incluso en el estado fragmentario en que ha llegado hasta nosotros, da noticias y juicios interesantes.
A. Pincherle