Nació durante el siglo I, acaso en Tesalónica; por lo menos allí pasó la primera parte de su existencia.
Vivió el resto de ella en la corte de Roma, como atestiguan las numerosas odas áulicas de su Corona (v.), con que intentó completar el conjunto homónimo de Meleagro. Algunos creen que debió de hallarse presente en la batalla de Actium y fundan esta suposición en la plegaria que dirigió entonces a Apolo; sin embargo, tal súplica pudo muy bien tener lugar en Roma.
Aun cuando amara profundamente la retórica y mantuviera íntimas relaciones con varios de sus cultivadores, entre ellos Aecio, no parece haber sido retórico. Gran parte de sus odas se juzga escrita durante el reinado de Calígula (37-41); los juegos en ellas citados, y en los cuales aparecieron algunos elefantes ante la carroza de Augusto, se desarrollaron, efectivamente, en el mes de agosto del 37, durante la consagración del templo dedicado al difunto emperador.
Con tal fecha concuerda también la súplica para la salud del rey, que se refiere a la enfermedad sufrida por Calígula a fines del año 37. La Antología Palatina nos ha conservado con el nombre de Filipo ochenta y ocho epigramas de exquisita factura.