Nació en Sarlat el 1.° de noviembre de 1530 y murió de peste en Germignan, cerca de Burdeos, en la casa de campo de P. de Lestonac, cuñado de Montaigne, el 18 de agosto de 1563. Habiendo perdido a su padre, lugarteniente del rey, en el sitio de Sarlat, fue acogido, todavía niño, por su tío Étienne, párroco de Bouilhonnas. Estudió Derecho en Orleáns, y se graduó el 23 de septiembre de 1553; el 13 de octubre del mismo año fue nombrado consejero en el Parlamento de Burdeos tras una dispensa particular, puesto que no llegaba todavía a la edad requerida para el desempeño de tal cargo.
En poco tiempo se atrajo el aprecio general, y se le confiaron varias misiones: en 1560 expuso a sus colegas las intenciones del gobierno respecto del edicto de Romorantin, que el Parlamento de Burdeos no quería ratificar; en 1561 acompañó al lugarteniente general del rey, De Burie, a Agens, a fin de restablecer allí el orden; en 1562 fue designado, junto con otros once consejeros, para acudir, cada uno de ellos al frente de cien hombres, en defensa de la ciudad de Bergerac, atacada por los reformistas. En 1557 reunióse en el Parlamento de Burdeos la «cour des aides» (tribunal de los impuestos), a la que pertenecía Montaigne. Empezó con ello la amistad entre los dos personajes; La Boétie fue un sabio consejero de aquél, dos años menor y con un carácter menos firme, y Montaigne se lo agradeció dedicándole un emotivo retrato en los Ensayos y publicando su obra más famosa : El contra uno o Discurso de la servidumbre voluntaria (v.).
La Boétie dejó, además, otros textos, entre ellos veintinueve sonetos a Dordogne (una amiga que desconocemos), considerados entre los más ele-# gantes de la lengua francesa por la feliz’ conjunción del gusto petrarquesco y la llaneza de su realismo, Historique description du solitaire et sauvage pays de Médoc (dans le Bourdelois) (Burdeos, 1593), y Mémoires de nos troubles sur l’édit de janvier 1562 (obra publicada en 1917), en las que expone en parte las ideas de El contra uno. Buen humanista, tradujo a Jenofonte, Aristóteles y Plutarco.
P. Raimondi