Novelista argentino nació en Buenos Aires en 1853 y murió en 1900. Hijo de un periodista, se dedicó desde muy joven al periodismo y cultivó la crónica, el artículo político y el folletín sin una formación cultural adecuada. Como militar, tomó parte en las campañas de 1874 y 1880, en las filas gubernamentales. Ni por la calidad de su lenguaje, ni por su capacidad creadora, merece especial mención; sin embargo, no es posible olvidarlo al tratar de los comienzos de la novela folletinesca y del teatro popular rioplatenses. El periodista intuitivo de las crónicas y las impresiones políticas y literarias fue idealizando parajes, costumbres y tipos que a pesar de su falsedad, influyeron notablemente en la literatura posterior. Veintitantas novelas salieron de su pluma, siendo publicadas en folletines por diversas publicaciones (La Patria Argentina, El Pueblo Argentino, La Nación Argentina, La Crónica y El Orden).
La más conocida de ellas se titula Juan Moreira (v.), que forma parte de la serie de novelas gauchescas a la que también pertenece Juan Cuello; fondo histórico tienen otras, como Juan Manuel de Rosas, y otras son realmente novelas policíacas, como Hormiga Negra. Algunos títulos más son: Juan sin patria, Pastor Luna, El Chacho y La Mazorca. Pero lo más interesante de esta producción novelesca consiste en la idealización desaforada de los tipos, que se convierten de bandoleros en héroes, en aras de un culto «patriótico» al valor que adquiere pronto los caracteres del típico «anachismo», tan extendido por los países hispanoamericanos. Sin embargo, es más interesante otro aspecto de esta producción novelística: su influencia en el teatro popular.
El autor, a requerimiento de una empresa de circo, transformó en 1884 su Juan Moreira en una especie de pantomima con números bailables y musicales, que se representó con el actor Juan Podestá de personaje central; poco después (1886), este mismo actor convirtió la novela en drama, con todas las deformaciones que pedía el gusto popular de la época. El éxito fue grandioso y pronto fue adaptado también Juan Cuello (1890) al teatro, al favor de una moda que duró mucho tiempo. Pese a sus defectos y excesos, G. es un escritor argentino de honda raigambre nacional.
J. Sapiña