El más grande poeta latino-cristiano no ha dejado casi huellas de su vida. La única fuente para su conocimiento está constituida por el prólogo que él mismo antepuso a su obra poética que comprende: Canto cotidiano (v.), La corona (v.), Apoteosis (v.), Origen del mal (v.), Contra Símaco (v.), Psico- maquia (v.), Ditoqueo (v.). Por aquel prólogo sabemos que el poeta nació en 348 en la España Tarraconense: se lo disputan Zaragoza, Calahorra y Tarragona. Estudió para abogado y ejerció brillantemente la profesión, lo que le llevó a una cierta carrera de honores: fue durante dos ocasiones, gobernador de una provincia y su buena administración tuvo como premio una elevada dignidad, que la oscura expresión del prólogo no permite, por lo demás, identificar con exactitud. Habiendo abandonado la vida activa, quiso reparar en su edad avanzada las ligerezas de su juventud, y creyó que la mejor forma consistiría en dedicar a Dios la inspiración de su poesía variada y elevada, que fue, al mismo tiempo, para él, preparación para su muerte y conquista de la más alta fama.
G. Lazzati