Nació en Lille el 29 de marzo de 1805, murió en Montreux el 7 de febrero de 1872. Reveló una personalidad y una inteligencia poco comunes en el curso de sus estudios, realizados primero en Tours y más tarde en París. Al final de ellos se manifestó claramente su vocación religiosa; en 1832 abrazó el estado eclesiástico. Vivió hasta 1841 en Estrasburgo, enseñando en el Seminario Menor, pasó después a París como director del colegio Stanislas, que abandonó en 1846 para asumir el cargo de capellán de la École Normale Supérieure.
La publicación, en 1851, de L’histoire critique de l’École d’Alexandrie, de Vacherot, director de la École, produjo la reacción de G. que con la Lettre à M. Vacherot, Les sophistes et la critique, y más tarde la Lettre sur la religion, atacaba la tesis de que el cristianismo fuera el resultado de un sincretismo hebraico-alejandrino. La polémica terminó con la marcha de la École de los dos adversarios. En 1852 fundó G. la Congregación del Oratorio de la Inmaculada Concepción, que reformaba el Oratorio de Jesús (al que perteneció Malebranche), y en 1863 fue encargado del curso de teología moral en la Sorbona.
Fruto de una preparación de decenios, publicó en este tiempo los estudios De la connaissance de Dieu (1853), La logique (1859) y Del conocimiento del alma (v.). Miembro desde 1867 de la Académie Française, se retiró del Oratorio dos años después, a consecuencia de disentimientos, marchando en voluntario exilio a Bélgica. Cada vez más interesado por los problemas de orden social, publicó trabajos sobre La paix (1861) y La mor ale et la loi de l’histoire (1868) y promovió, con escaso éxito, la Liga de la Paz. La última y más dolorosa batalla de G. fue dirigida contra la infalibilidad pontificia durante el Concilio Vaticano de 1870. Pero definido el dogma, lo aceptó totalmente, como Montalembert; la lucha y los disgustos habían, sin embargo, puesto a prueba su constitución, ya enfermiza de tiempo. Murió de cáncer de garganta.
R. Crippa